La corrupción y el silencio en Palacio

La reforma eléctrica podría acabar con el PRI

La corrupción y el silencio en Palacio. Ni el presidente López Obrador ni su secretaria de Educación, Delfina Gómez, han dicho nada sobre la transa instrumentada cuando esta fue alcaldesa de Texcoco.

Entonces, Gómez quitaba el 10 por ciento de su salario a los trabajadores del gobierno municipal y triangulaba el dinero para no dejar rastro.

El INE sancionó a Morena con 4.5 millones de pesos, luego de investigar y documentar los descuentos.

La transa, descubrió el INE, inició en febrero de 2013 y se llevaron a cabo hasta el mismo mes de 2015.

Esos recursos, ilegalmente retenidos a los trabajadores, fueron a parar al Grupo de Acción Política, cuyos dirigentes son destacados miembros de Morena.

Los más representativos son Horacio Duarte, titular de la Administración General de Aduanas; Higinio Martínez, aspirante al gobierno del Estado de México, y Delfina Gómez.

Pero nadie en el gobierno ni en Morena dice nada, guardan silencio y apuestan al pronto olvido.

Sin embargo, el también llamado Grupo Texcoco y, sobre todo, la propia secretaria de Educación, deben una explicación.

Y aunque han dicho que se trató de una aportación voluntaria, lo cierto es que fue una imposición y el dinero fue a parar campañas de Morena.

¿Qué hubiera pasado si eso lo hubiera hecho un alcalde de oposición? El tema ya hubiera sido abordado en la conferencia matutina en Palacio Nacional.

La corrupción y el silencio en Palacio

López Obrador hubiera señalado sin ningún miramiento a cualquier opositor de corrupto y presumiría que con la “transformación” eso ya no sucede.

Pero como se trata de una aliada, omite y evade el tema, porque va en contra de su narrativa anticorrupción.

Una persona que ha cometido actos de corrupción y atentado contra el ingreso de los trabajadores no debería ser parte del gabinete de López Obrador.

Menos aún de una Secretaría como la de Educación Pública, en donde debe prevalecer el ejemplo de honestidad para niños y jóvenes.

Delfina Gómez, cachada en la tropelía, tendría que renunciar a la Secretaría de Educación Pública.

Además, tendría que resarcir el daño que le hizo a la economía de los trabajadores del municipio de Texcoco.

Y si eso no sucede, el presidente debe despedirla. Sería una demostración de que realmente está combatiendo la corrupción y que “ya no es como antes”.

No sucederá, porque cuando se trata de sus cercanos, prefiere voltear hacia otro lado y tolerar sus corruptelas.

Imprimir artículo Síguenos en Google News

Post más visitados en los últimos 7 días