El PRI es de izquierda y su dirigente, Alejandro Moreno “Alito”, quiere ser candidato a la presidencia de la República.
Lo primero es una mentira y los segundo una temeridad.
Si bien en el priismo siempre han existido corrientes progresistas e inclusive pertenecen a la Internacional Socialista, están muy lejos de haber sido y por supuesto de ser una formación izquierdista.
Ahora insisten en ello, porque creen que un morenismo, un lópezobradorismo, descafeinado les puede significar los apoyos ciudadanos que los mantengan en la jugada.
Es una equivocación. Nadie que en realidad sepa lo que es la izquierda caerá en semejante distorsión.
Y, es más, se alejará por la narrativa poco solida que acompañará a la nueva alborada socialdemócrata de los tricolores.
Aunado a ello, a estas alturas debería estar claro que Morena tiene que ver muy poco con el progresismo.
Pero que su modelo funciona por una muy eficiente propaganda.
Por ello, la oposición a López Obrador se tiene que sustentar en diferencias muy puntuales y no en matices sobre el mismo desastre, que es con lo que tratarán de construir su propuesta los que ahora mandan en el PRI.
En el fondo, el extravío de los priistas proviene de su incapacidad para defender y hacerse cargo de su pasado.
El PRI ya es de “izquierda”
Asumieron, sin dar la pelea, que quien define y da cartas de legitimidad sea el presidente de la República y por ello reniegan del Pacto por México, que era una herramienta que les habría ayudado a sustentar que no todo lo que ocurrió en los últimos años estuvo mal.

Dicen en la resolución de su Asamblea que se alejarán del populismo y del neoliberalismo economicista creador de oligopolios y desigualdad social.
Si en realidad creen eso, lo increíble es no que ahora se deslinden, sino que no lo hicieran antes, cuando en teoría estaba ocurriendo semejante situación.
Lo de la presidencial candidatura de Moreno es de esas fantasías que pueden resultar bastante nocivas si lo que se pretende es lanzar una candidatura competitiva y de la mano de la mano del PAN y el PRD.
En el remoto caso de que se postulara, el daño que causaría sería probablemente irreversible, de ahí que la discusión ahora se debe centrar en los problemas que está dispuesto a generar antes de que la realidad se imponga.
Y sí, el PRI antes que ser de izquierda, debería intentar ser viable.