El caso de la elefanta Ely quien se encuentra encerrada en el Zoológico de Aragón y cuya especie está en peligro de extinción, es ilustrativo de lo poco que hemos avanzado como sociedad en términos civilizatorios.
También ilustra el atraso en el que se encuentra la ciencia del derecho en nuestro país y los múltiples conflictos de interés que prevalecen en los poderes Judicial y Ejecutivo de la Ciudad de México.
Es sabido que un grupo de defensores de los derechos de los animales, promovieron un amparo indirecto contra Claudia Sheinbaum y otras autoridades responsables, por la privación ilegitima y arbitraria de la libertad, por el asilamiento y el maltrato que Ely sufre, recluida en un espacio de tan solo 3.18 metros cuadrados donde el 80% es concreto.
Ante la situación de estrés, ansiedad y depresión, así como de estereotipias, coprofagia y de viejas lesiones no atendidas, Ely se encuentra en serio riesgo de muerte, por lo que se solicita su traslado a un santuario para que pueda pasar sus últimos días en un entorno favorable.
Ely estuvo 25 años prisionera en un circo, explotada y torturada para aprender actividades que divirtieran al público hasta el 2012, cuando el Gobierno CDMX la adquirió para enclaustrarla en el mencionado zoológico.
Las condiciones físicas y psíquicas que presenta actualmente, los abusos de los que ha sido víctima, el encierro permanente -que ya se prolonga por una década-, y la imposibilidad de relacionarse con otros de su especie la han deteriorado de todas las maneras posibles.
Contra los zoológicos
La elefanta Ely es considerada sujeto de derechos fundamentales a la vida, la libertad, la salud, a un trato digno, a tener un hábitat adecuado a su especie y a la socialización con sus semejantes.
Ella tiene el derecho natural de pertenecer a una manada y de reproducirse para la conservación de su especie.
La respuesta de las autoridades fue la improcedencia del juicio de amparo bajo el argumento de que únicamente protege a las personas físicas o morales.
Se dijo que los animales no son titulares de derechos propios.
Ante ello, los defensores de Ely argumentaron en recurso de queja que la Constitución Política CDMX establece protección jurídica para los animales como seres sintientes, imponiendo una carga ética y jurídica al gobierno para respetar su vida e integridad, garantizando su protección, bienestar y trato digno.
Nuestro ordenamiento constitucional establece el principio de progresividad de los derechos para superar el trato cosificado que reciben los animales.
No obstante las pruebas aportadas, las autoridades no atendieron la petición de libertad.
El juez resolvió: “de ninguna manera es posible asegurar que la elefanta Ely haya sido o esté siendo maltratada o sea sujeta de actos de crueldad o que pongan en riesgo su salud, su vida o su integridad”.
Prisioneros inocentes

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