Tres meses de horror para el periodismo

Tres meses. En diez semanas, ocho periodistas han sido asesinados en México.

Una cuenta macabra que no tiene paralelo en la historia del país.

Estos crímenes se dan en un contexto de estigmatización permanente contra los medidos de comunicación alentada desde el poder presidencial.

Los números dejan de ser fríos cuando se advierte la gravedad de lo ocurrido, porque por desgracia no se ven señales de que esto vaya a parar o de existan las medidas para intentar contenerlo.

Antonio Linares, en Zitácuaro, Michoacán; Lourdes Maldonado y Margarito Martínez en Tijuana, Baja California; Heber López Cruz, en Salina Cruz, Oaxaca; Juan Carlos Muñiz, en Fresnillo, Zacatecas; Jorge Camero Zazueta, en Empalme, Sonora; Roberto Toledo, también en Zitácuaro y José Luis Gamboa, en Veracruz, Veracruz, son la muestra terrible de vidas rotas, de reporteros que ya no tuvieron la oportunidad de escribir la nota del día siguiente.

Han fallado todos los protocolos de seguridad y en particular los del Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos.

Esta violencia sistemática, desatada desde el crimen organizado, se explica por los altos niveles de impunidad, cuya consecuencia es que los bandidos crean que no hay límites para su escalada mortífera.

Es terrible admitirlo, pero en diversas regiones del país, los reporteros han sido dejados a su suerte, en lo que respecta a las garantías de seguridad que deberían prevalecer para que hagan su trabajo.

Tres meses 

Los grupos criminales lo saben.

Por eso, durante el velorio de Linares, en Zitácuaro, cuatro hombres armados amenazaron a los reporteros y los obligaron a salir de la agencia funeraria.

La autoridad ausente y rebasada, no estuvo presente para prevenir situaciones como la narrada, a pesar de las múltiples evidencias de los riesgos que los periodistas están corriendo.

No se hacen análisis preventivos de seguridad, porque se enfocan a la descalificación de las víctimas.

Es por ello urgente que todos los órdenes de gobierno hagan su trabajo y sin dobleces.

Tienen la obligación de dar resultados, porque una de sus tareas, acaso la más importante, es garantizar la vida de los ciudadanos y sus familias.

Es revelador que las muestras de solidaridad más claras con los periodistas mexicanos vengan del exterior, en lo que se refiere a gobiernos y órganos de Estado.

Apoyo internacional

Así lo hizo el Parlamento Europeo y el embajador de Estados Unidos en nuestro país, Ken Salazar, no dejó duda alguna al escribir en su cuenta de twitter:

“Lamento escuchar la noticia del asesinato de Armando Linares, director de Monitor Michoacán. EEUU apoya firmemente a los valientes periodistas mexicanos que defienden la democracia y la libertad de prensa”.

Las palabras de Salazar importan, y mucho, porque establece el daño profundo que se está causando al ambiente político y de las consecuencias que ello puede tener y seguramente tendrá en el futuro próximo.

Diez semanas terribles y contando, en un año que ya es sombrío y en el que las acechanzas son múltiples.

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