Urna y bala

Ciudad de México.- Falta poco para que confluyan en las urnas tres tipos de elección: las limpias y confiables, la de los pobres vendiendo sus votos y la de las balas del crimen organizado. Dedicaré tres columnas a esta última. 

Según documentos del Instituto Federal Electoral y del ahora Instituto Nacional Electoral, en 2009 hubo 7,351 secciones electorales con problemáticas de diverso tipo, en 2012 ya eran 12,133 y en 2021 son 25,494. La inseguridad es una de las variables mencionadas. Esto significa que pasamos del 11 al 18 y de ahí al 37 por ciento del total de las secciones en las respectivas elecciones. Otro indicador del fracaso de las estrategias de seguridad.

Varias precisiones sobre las cifras de este año. Las partes del borrador de la Estrategia de Capacitación y Asistencia Electoral 2020-2021 que me fueron proporcionadas contienen datos a marzo de este año. Comentan que hay “21 causales” que “complican la integración de casillas”. Una de ellas se refiere a “situaciones de inseguridad (pandillerismo, vandalismo, comisión de diversos delitos, presuntas actividades ilícitas, presencia de personas armadas)”. En suma, hay carteles o bandas rondando, como zopilotes, un número indeterminado de urnas. Como el problema ha sido ignorado, no podemos cuantificarlo ni entenderlo, mucho menos combatirlo. 

Como veremos en otra columna, hay ausencia de estrategias gubernamentales y desorden en las cifras porque cada observador maneja períodos diferentes. Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, contabilizó en la mañanera del último día de abril 12 homicidios; en el INE obtuve una lista de 24 candidatos asesinados y la cifra más utilizada en medios es el que proporciona Etellekt Consultores: 79 ejecutados aun cuando solo 32 eran candidatos. 

Pese a las diferencias, hay un consenso entre analistas de que los principales afectados están en los municipios, lo cual es consistente con la historia del crimen organizado en México. Hace días conversé con un ex funcionario, testigo cercano de la manera en que funcionaba la relación con los narcos durante la época dorada del autoritarismo mexicano. Las tres corporaciones policiacas involucradas en el combate a las drogas (la Policía Federal Sanitaria, la Judicial Federal y la Dirección Federal de Seguridad) informaban sobre sus hallazgos a la SEDENA. Cuando los criminales se “portaban bien”, todo marchaba como debía; cuando, por el contrario, se “portaban mal” se les “disciplinaba con máxima dureza”. Eso incluía ejecuciones sumarias. 

El pionero de estos estudios, el profesor de la UNAM Luis Astorga ha explicado que “portarse bien” significaba respetar varios principios: las drogas eran para exportación y no para venderse a mexicanos, debían mantener la paz y no molestar a la población civil y en caso de disputas tenían que obedecer a la autoridad federal. 

El acuerdo funcionó mientras el PRI dominó México. Con el avance de la transición el control autoritario empezó a resquebrajarse. El momento simbólico vino cuando el gobierno de Miguel de la Madrid se vio forzado a desaparecer, en agosto de 1986, a la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la principal policía política del régimen. Las entrañas y las cúpulas de la DFS habían sido carcomidas por los dólares del narco como se hizo evidente con la protección que dieron a los capos del Cartel de Guadalajara que asesinaron al agente de la DEA Enrique Camarena en 1985. 

El hecho coincidió con la llegada de la alternancia a ayuntamientos y gobiernos estatales. Un presidente municipal o un gobernador carecían de la fuerza policíaca para resistirse a la oferta criminal de “plata o plomo”. O renunciaban o cedían. Los carteles primero exigieron nombrar al Jefe de la Policía y al Director de Tránsito; luego ampliaron su control sobre los gobiernos locales y comenzaron a administrar presupuestos, pusieron a trabajar en negocios cada vez más diversificados a las policías locales y un largo etcétera. 

Tal vez el crimen organizado no controla el 37 por ciento de las secciones, pero sí tiene presencia en un número desconocido de gobiernos locales. Ignoramos el efecto sobre los resultados de la elección, sabemos que crece la presencia criminal en el país. Mientras tanto, los candidatos viven en la indefensión, tema que abordaré la próxima semana.

@sergioaguayo

Colaboraron Anuar Israel Ortega Galindo y Sergio Huesca Villeda

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