Un peligro para los trabajadores

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Luis Eduardo Velázquez Director del diario y semanario digital Capital CDMX

Ciudad de México.- La parte toral que da vida al Gobierno de la Ciudad de México es su clase trabajadora que asciende a 322 mil personas, desde estructura hasta sindicalizados, lo que representa una nómina de 87 mil millones de pesos anuales.        

Si esa clase trabajadora se detuviera, en unas horas colapsaría la Capital CDMX. Ahora que entramos a la fase de cambio de gobierno y elecciones para renovar los Poderes Ejecutivo y Legislativo, en el sector laboral del servicio público se vive una total incertidumbre y nos preguntaríamos por qué si en la ciudad no habrá un cambio real debido a que gobernarán los mismos inclusive si gana Morena o refrenda su triunfo el Frente.

Sin embargo, haciendo una revisión de la política laboral de los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y de Miguel Ángel Mancera, hay un cambio sustancial.

Podríamos suponer que el Sindicato de Trabajadores del Gobierno de la CDMX (SUTGCDMX) o el de Bomberos actúan de forma “facciosa” porque sus líderes, Juan Ayala e Ismael Rivera, respectivamente, van como candidatos al primer Congreso de la CdMx, pero esa suposición sería equivocada, ya que no es novedad e incluso en el gobierno de López Obrador el dirigente del SUTCDMX era Emilio Fernández y fue diputado local o José Medel ex dirigente del mismo sindicato fue legislador local y es más, desde la época priísta se tenía la tradición de otorgar el distrito 5 local al líder del sindicato.

El origen de la incertidumbre se encuentra en que la mayoría de los 135 mil sindicalizados de la capital del país ven como un peligro a Claudia Sheinbaum, abanderada de la coalición Juntos Haremos Historia a la Jefatura de Gobierno, por seguir ciegamente el proyecto de López Obrador, ya que en su sexenio hubo un castigo a la clase trabajadora.

En un desplegado, el 22 de abril pasado, los sindicalizados de la CdMx lanzaron la alerta de que Morena es “un enemigo de los trabajadores”, debido a que aseguran que López Obrador, candidato presidencial, les mintió y su gestión en la ciudad se convirtió “en la época más oscura de la vida de los trabajadores capitalinos porque de la noche a la mañana nos empobreciste”.

Al igual que Sheinbaum, López Obrador prometió en campaña a los trabajadores estabilidad laboral con el incremento de su sueldo 2 por ciento por arriba de la inflación, la basificación de eventuales, la creación de un fondo de vivienda para los trabajadores en FOVISSSTE, y la creación del Instituto de Seguridad Social de los Empleados y Trabajadores al Servicio del entonces gobierno del Distrito Federal, ofreciendo atención médica de segundo y tercer nivel, estudios y análisis clínicos, medicinas, y un mejor sistema de pensiones para jubilados.

No obstante al llegar al poder, López Obrador metió mano al capítulo 1000 para quitar a los trabajadores las horas extras, el cobro de pasajes, el pago de guardia, y generar la reducción del 85 por ciento de las prestaciones al reducir de 60 a 30 el catálogo de vestuario y eliminando el concepto de infecto-riesgo y de remate se despidió a más de 10 mil trabajadores.

Con ello se obtuvo un fondo de 11 mil millones de pesos para empezar una política social y los segundos pisos.

Bajo el lema de la “austeridad republicana” a los trabajadores se les eliminaron accesorios indispensables como un casco o guantes de carnaza.

En el gobierno de Marcelo Ebrard hubo indiferencia a la clase trabajadora porque se les mantuvo en el esquema de eventuales, pero eso sí crecieron de 87 mil a 103 mil las basificaciones en un proceso discrecional.

Estabilidad laboral 

Miguel Ángel Mancera cometió varios desaciertos en su administración, pero puso de relieve el reivindicar a la clase trabajadora y, por ello, lanzó la lucha por el salario mínimo, lo que lo obligó a ser congruente y cumplir los estándares de la Organización Internacional de Trabajadores y la agenda 2030 por un trabajo decente.

El primer golpe de timón fue la creación de nómina 8 para eliminar a los eventuales y crear una estabilidad laboral al ofrecerle prestaciones a más de 32 mil empleados.

Con una reingeniería en el tema de jubilaciones, el gobierno de Mancera basificó a 10 mil trabajadores de limpia, y les renovó su equipo de trabajo. Con López Obrador, los jubilados se iban con 2,500 pesos a su retiro y en el gobierno de Mancera mediante la separación voluntaria alcanzaron los 9 mil pesos.

Con esta política laboral a los sindicalizados se les dieron 900 pesos mensuales como bono y no se les retuvo el Impuesto Sobre la Renta. En el caso de los bomberos se les inyectaron 700 millones de pesos porque vivían en condiciones precarias arriesgando su vida. 

Se creó la universidad laboral dentro del horario de trabajo, un esquema único en México, y en el caso de las mujeres se creó una política de avanzada con el permiso de maternidad de hasta 4 meses y medio.

Por supuesto que la CdMx no es aún un paraíso laboral y aún falta darles vivienda y seguir la política de basificación, pero el avance fue abismal y en ese tenor se entiende el miedo a López Obrador que en lo nacional podría causar una afectación a 60 millones de trabajadores con el argumento de la “austeridad republicana”, de la cual ya se evidenció su ineficacia.

NOCAUT. En Álvaro Obregón, Amílcar Ganado, en equipo con Héctor Serrano Azamar y Polimnia Romana, avanza con fuerza al grado que mantienen en la lona a doña Layda Sansores y Valentina Batres, a quienes no se les ha visto poner un pie en el territorio dominado por Leonel Luna.

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