Sin hogar ni respuestas, son damnificados por partida doble, del sismo y la corrupción

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Alberto Cuenca Reportero en Capital CDMX

Ciudad de México.- Son edificios inhabitables y los ocupantes no pueden siquiera ingresar a sus departamentos para recoger algunas pertenencias, porque los inmuebles podrían desplomarse con ellos adentro. Ya no tienen hogar y no saben cuándo ni cómo lo recuperarán.

Pero entre la incertidumbre y el vacío que les deja haber perdido su patrimonio, los habitantes de estos edificios no culpan del todo al terremoto del pasado 19 de septiembre sino a la corrupción.

La corrupción, que parece incrustada como un parásito en el desarrollo de esta ciudad, se asoma como elemento actuante en la innumerable cantidad de tragedias y daños que dejó el sismo del martes anterior.

La sospecha surge en las carpas donde hay vecinos acampados en espera de respuesta, pero también entre los dueños de las casas circundantes que tampoco pueden entrar a sus hogares, por el riesgo que representa ese edificio de junto, agrietado e inclinado, acechando como un animal mal herido dispuesto a lanzar el ataque final.

Daños desde el 85

En la calle de Toluca número 28, al cruce con la calle de Tehuantepec, colonia Roma Sur, se levanta un edificio de ocho niveles al que el sismo del martes 19 castigó con severidad, aunque soportó lo suficiente como para no colapsar y llevarse vidas.

Los aplanados y en algunas secciones los muros de los primeros cuatro niveles se vinieron abajo, dejando expuestas columnas y trabes agrietadas.

El pasado viernes un grupo de ingenieros visitó el lugar. Las noticias para los dueños e inquilinos fueron desalentadoras. Las columnas de la planta baja presentan fracturas y eso significa que desde abajo el inmueble registra un peligroso daño estructural, por lo que será necesario demolerlo. De plano, no aguanta ni una réplica.

"El daño en esas columnas es como lastimar las piernas del edificio", les dice Sergio, uno de los ingenieros que se prestó como voluntario ante las autoridades capitalinas para hacer diagnósticos de inmuebles dañados.

La observación de Sergio deja con más dudas que respuestas a los condóminos, pues ahora no saben qué pasará de aquí en adelante para recuperar su casa y bajo qué condiciones. Nadie ha venido a darles certeza de lo que ocurrirá.

En torno al edificio la policía capitalina estableció un cordón de seguridad. Nadie puede acercarse a menos de 50 metros. De las casas de junto, sus habitantes han comenzado a sacar maletas para ir a pernoctar con familiares y amigos, pues autoridades de protección civil les dijeron que tampoco deben permanecer ahí.

Por el sismo, el inmueble afectó a las casas de al lado sobre la calle de Tehuantepec, las de los números 32 y 34, mientras que las de la acera de enfrente, como la del número 29A, podrían verse comprometida si el edificio con sus 25 departamentos se desploma.

Sobre la banqueta dialogan los vecinos de esas casas comprometidas. Antonieta Prado y Juan José Gutiérrez recuerdan que este edificio de la calle de Tehuantepec presentó daños graves desde el sismo de 1985.

Hace 32 años, al igual que hoy, la recomendación fue demolerlo, pero los vecinos lanzan la sospecha. Acusan que por alguna razón, que pudo ser monetaria o de influencias, nadie acató la recomendación de tirar el inmueble y así, con resanar, todos los involucrados de aquel momento se hicieron de la vista gorda.

Pero con la memoria clara respecto al riesgo, estos vecinos reconocen que ahuyentaban a quienes se acercaban al lugar con la intención de rentar o comprar un departamento. "El edificio está mal, no se arriesgue", eran las palabras de estos colonos a los potenciales inquilinos o dueños.

Marco "N" y su novia no tuvieron esa información. Ellos llegaron a vivir aquí hace dos años; cuando adquirieron se les dijo que había condiciones óptimas y de seguridad.

"Se nos engañó diciendo que el edificio estaba bien, cuando la realidad era que no había las condiciones estructurales y quien le vendió a mi novia no tuvo la calidad moral para decir que el edificio no estaba bien desde 1985", acusa Marco.

Ella recuerda que hace año y medio, pagado por los vecinos, se hizo un estudio sobre la situación del inmueble, en el que intervino un director responsable de obra quien aseguró que el edificio se encontraba en buenas condiciones estructurales, aunque había grietas en muros y escaleras, además de desprendimientos en acabados. Con el sismo del martes quedó en evidencia que las "buenas condiciones" no eran tales.

Excavaban y se cimbraba

Por el sismo, un edificio de departamentos en Saratoga 714, colonia Portales Sur, se vino abajo. Seis personas quedaron atrapada, pero las autoridades solo sacaron a cinco.

La última de ellas, Candelaria Tovilla, una trabajadora doméstica de 48 años, murió entre los escombros porque la negligencia de autoridades federales y de la Ciudad retrasó la rápida intervención de los rescatistas, a pesar de que ella daba pruebas de vida.

Frustrados y furiosos porque la vida de "Candy" pudo salvarse, de no haberse suspendido las tareas de rescate, los vecinos hoy acusan que las obras realizadas en el predio de al lado debilitaron los cimientos del inmueble en el que perdió la vida Candelaria Tovilla.

En ese predio aledaño antes había una fábrica de etiquetas, pero este año esa fábrica dejó de existir. Ahí, una empresa constructora de la que los colonos desconocen su nombre, comenzó a hacer trabajos de perforación junto a los cimientos del edificio de Saratoga 714.

Hace dos meses entró maquinaria pesada a ese predio para comenzar a excavar. Edna López Espinosa, habitante de un departamento en Saratoga 714, recuerda que todo el edificio se cimbraba cuando la empresa constructora iniciaba su excavación.

Por esos constantes movimientos del edificio muchos de los vecinos  no creyeron que el pasado martes estuviera temblando, hasta que el inmueble comenzó a colapsar.

Edna López también recuerda que, cuando hace dos meses empezó la excavación, la delegación Benito Juárez vino y clausuró, pero la suspensión de los trabajos solo duró 24 horas. Después de eso en el predio apareció una manifestación de construcción con el número FBJ-175-17, que permite hacer obra de julio de 2017 al mismo mes de 2020.

Un día después del fallido rescate de Candelaria Tovilla los vecinos se reunieron afuera de lo que fue su hogar. Ahí recibieron la visita de un director responsable de obra, Arturo Ireta, quien les dijo lo evidente, que lo que quedaba del colapsado edificio de departamentos deberá demolerse.

A los habitantes de la calle de Saratoga no les sorprendió la información, pero lo que sí exigieron fue conocer las licencias y permisos otorgados a la empresa constructora que hacía los trabajos de  perforación. Los vecinos quieren denunciar penal y administrativamente a esa compañía, por el presunto daño que generó al edificio de Saratoga 714.

La incertidumbre prevalece

Coincidencia o no, el mismo director responsable de obra que se reunió con los vecinos de Saratoga 714 acudió este sábado con otros colonos, los habitantes de un edificio de 21 departamentos ubicado en Nicolás San Juan y La Morena, en la colonia Del Valle.

Ataviado con chaleco y gorra de la delegación Benito Juárez, Arturo Ireta tomó fotos del inmueble dañado, dialogó con integrantes de su equipo de trabajo y se dirigió a los vecinos.

Les dijo que tres columnas en la cimentación del inmueble se fracturaron, por lo que no tiene reparación y hay que ir pensando en la demolición.

Los ocupantes la preguntaron si podían ingresar por algunas de sus pertenencias. Les respondió con un rotundo no, por lo inestable de la construcción.

El edificio se inclinó hacia su costado sur, recargándose con el edificio vecino de la calle de Nicolás San Juan, en donde por cierto, y a decir de los propios vecinos, hace una década se edificaron de forma irregular dos niveles adicionales a los permitidos en los usos de suelo.

Los vecinos permanecerán en guardias dentro de una carpa que montaron en la acera de enfrente a su inmueble, temerosos de los efectos que pueda tener una réplica, como la que ocurrió este sábado por la mañana.

La zona no es muy segura para estar, pues además del peligroso y dañado edificio de Nicolás San Juan, a media cuadra y sobre la calle de La Morena, se tambalea amenazante un enorme anuncio espectacular que sobresale de la azotea de un edificio vecino. Trampa mortal aderezada de corrupción.

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