Simón Bolivar, traicionado

Ciudad de México.-  El pasado lunes se cumplieron  234 años del nacimiento de Simón Bolívar en Caracas, Venezuela. Recordado como una de las figuras más emblemáticas de la emancipación americana frente a la dominación colonial española, contribuyó de manera decisiva a la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela, así como a la reorganización política de Perú.    

El título de “Libertador” le fue conferido en 1813 por sus importantes victorias militares contra la corona de España en una lucha regional que se prolongó una década, y por el legado político independentista y republicano que forjó inspirado en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad contenidos en el Manifiesto de Cartagena, la Carta de Jamaica y el Discurso de Angostura.

En estos escritos expone una serie de principios que han sido utilizados para legitimar a distintos regímenes políticos. De manera especial, el gobierno de Hugo Chávez manipuló el culto bolivariano acentuando el uso político del prócer en el discurso oficial. En 2010 los restos de Bolívar fueron exhumados para establecer las causas de su muerte y en 2012 se presentó su imagen reconstruida digitalmente, produciendo símbolos carismáticos.

El bolivarianismo pregonado por el gobierno venezolano representa una ideología sustentada en el culto a la personalidad.

Recordemos que a través de procesos interiorizados, los mitos y símbolos políticos cumplen funciones de legitimación del orden social. Forman parte de la dimensión cultural de la política en la medida en que producen significado y sentido para los integrantes de la comunidad.

Se trata, según el sociólogo Zygmunt Bauman, de un intento por generalizar una práctica elitista de autoconstrucción de la identidad, con el fin de agregar a los sujetos en su vida cotidiana. Encarna un conjunto de valores espirituales y materiales, así como los procedimientos para transmitirlos en la práctica histórica.

De esta forma, la cultura bolivariana ha representado una modalidad de organización y control político de la conducta social. El poder siempre contiene una constante simbólica a pesar de que son distintos los modos como se ejerce y en nombre de quién se ejerce.

Esta semana se define el futuro de la patria del libertador Simón Bolívar. Venezuela se encuentra en vilo entre la reciente Consulta Popular convocada por la Asamblea Nacional en donde participaron 7.6 millones de ciudadanos, casi el 40 por ciento de los inscritos en las listas electorales, quienes reclaman por libertad y democracia, y las elecciones previstas para el próximo domingo para instaurar —sin la participación de todos esos ciudadanos— una Asamblea Constituyente concebida a la medida para reorganizar al Estado.

Sus 545 escaños estarán integrados preponderantemente por militantes del partido gubernamental, quienes no ocultan sus intenciones para desmontar el actual marco jurídico e institucional para perpetuarse en el poder.

La profunda polarización política, la creciente fragmentación social y la pronunciada crisis económica colocan a Venezuela en el limbo de una guerra civil. Acentuando la represión y la persecución de Estado, así como la intolerancia política frente al disenso, el gobierno de Nicolás Maduro parece olvidar el legado liberal y republicano de Simón Bolívar según el cual: “todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado finalmente a sus tiranos”.

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@isidrohcisneros

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