Silenciadores

Ciudad de México.- La noticia mala: en los Estados Unidos quieren legalizar los silenciadores; la buena: hay una iniciativa en su Congreso para frenar el contrabando de armas a México; la habitual: el gobierno de Enrique Peña Nieto se desentiende. 

Los silenciadores son adminículos cilíndricos que se ponen en armas de fuego (pistolas, rifles de asalto, etcétera) para reducir el estruendo causado por la explosión que impulsa el proyectil. Se les asocia justificadamente con asesinos profesionales al servicio de gobiernos o capos. Dada la notoriedad que adquirieron durante la época dorada de los gangsters estadounidenses, una ley de 1934 impuso severos controles a quienes deseen adquirirlo. Tuvieron éxito porque en 2015 hay casi un millón de instrumentos de este tipo autorizados, sólo se utilizaron 125 en crímenes.

En México es raro encontrarlos, me comentaron policías federales que pidieron el anonimato. Eso podría cambiar pronto gracias a la industria armamentista estadounidense y sus aliados. Resulta que se les saturó el mercado privado; hay 300 millones de armas en manos de particulares y caen las ventas. En aritmética elemental: si sólo un millón de esos instrumentos tienen silenciadores, hay un mercado potencial para los 299 millones restantes.

En consecuencia, están buscando flexibilizar los férreos controles impuestos a la adquisición de estos objetos. Se sacaron de la manga una retorcida propuesta de ley: con la "Hearing Protection Act of 2015" quieren proteger los tímpanos de los tiradores… vendiendo silenciadores. Tienen buenas posibilidades de éxito porque cuentan con la simpatía de Donald Trump y su gobierno. El funcionario que ocupa el segundo nivel en el Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés), Ronald B. Turk, escribió un memorando el 20 de enero proponiendo lo mismo.

De eliminarse las restricciones, México se verá invadido de silenciadores para las bandas de asesinos que pululan libremente por todo el país. Hay un precedente. En 2004 se levantó en los Estados Unidos el veto a la venta de rifles de asalto y las consecuencias en México se resumen en el título de un buen ensayo, de David Pérez Esparza y Eugenio Weigend Vargas, "Más armas, más delitos, más homicidios" (Nexos, 1 septiembre de 2013).

México se ha convertido en un lucrativo mercado desde que los cárteles decidieron militarizarse. Estados Unidos es el proveedor lógico porque hay una inmensa frontera que carece de vigilancia. La dependencia que debería frenar ese contrabando, la ATF, tiene menos de 500 agentes para vigilar tres mil kilómetros. Sobre la aduana mexicana ¿qué se puede decir? Es una institución irrelevante por su corrupción y desorganización; el gobierno de Enrique Peña Nieto se hace el desentendido y el Congreso mexicano también.

Un ángulo que realza el desdén oficial mexicano es que sean algunos congresistas demócratas de los Estados Unidos los que nos estén defendiendo. El 22 de marzo de este año tres congresistas demócratas (Norma J. Torres, Eliot L. Engel e Yvette D. Clarke) presentaron una iniciativa de ley para frenar el contrabando de armas a México y corregir absurdos como el que esos delitos estén fuera de la competencia federal. Y los estados oscilan; en el caso de los rifles de asalto, California tiene buenos controles y Texas es particularmente laxa.

Durante los diez años que llevan las guerras el gobierno panista sí enarboló ese tema. Felipe Calderón, Eduardo Medina Mora (procurador) y Arturo Sarukhán (embajador ante los Estados Unidos) lo condenaban con frecuencia. Washington los ignoró, pero al menos hicieron el esfuerzo. El gobierno de Enrique Peña Nieto ni protesta ni opina sobre el tema de las armas en general y el de los silenciadores en particular. Se han concentrado en el Tratado de Libre Comercio y han descuidado dar protección a la seguridad de los mexicanos.

Entre la sociedad informada ha ido creciendo la conciencia sobre este problema y hay varias organizaciones dedicadas a combatir el contrabando. Faltan las voces del ejército, la marina y la policía federal. Ellos libran la guerra contra un enemigo bien pertrechado. Si quieren ganar esas guerras tendrán que preocuparse por cerrar los conductos de suministros bélicos que por ahora llegan sin interferencias desde los Estados Unidos.

Twitter: @sergioaguayo

Colaboró Maura Roldán Álvarez.

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