Romero, un león joven

Ciudad de México.- Si Dios quiere… Jorge Romero Herrera será Presidente de México. Así lo piensa el joven de 36 años que solicitó licencia a la delegación Benito Juárez, el pasado 28 de febrero, para asumir el primer lugar en la lista plurinominal del PAN a la Asamblea Legislativa.

Y lo dice bien, porque primero tiene que librar dos aduanas: la coordinación del PAN en la séptima legislatura de la Asamblea Legislativa y ganar la jefatura de Gobierno en 2018. Algunos podrán mofarse como en 2006, cuando Romero, hoy principal líder del PAN en la capital de México, dijo al diario Reforma que sería Presidente.

En esos años, el panista era un muchacho recién emanado de las fuerzas de Acción Juvenil y muchos de los leones viejos del PAN leían sus palabras como las ansias de cualquier novillero. Romero por aquellos años también andaba enamorado de la primera mujer que lideró el PAN en la capital del país, la senadora Mariana Gómez del Campo.

Gómez del Campo dirigía al partido y el panista con su burbuja de jovencitos Mauricio Tabe, Santiago Taboada y Santiago Torreblanca, trabajaba en instalar su fuerza en Acción Nacional que para ellos ya olía a viejo y estaba estancado por el control de unas diez familias: la élite panista.

“El partido estaba dominado por leones viejos”, recuerda Romero en la mesa de Política en 5 al hacer una retrospectiva de los últimos ocho años, en los que pasó de un líder juvenil al líder del PAN en la ciudad, donde los panistas tienen uno de sus pocos gobiernos en el país.

Romero sabe que al interior del PAN lo ven con recelo porque se separó a tiempo de Gómez del Campo y ha construido una fuerza propia, pero es uno de esos políticos forjados a la vieja usanza: educado, cortés, aunque lleno de muletillas para evitar juicios negativos sobre las personas. “Todo mi cariño para Xiuh”, dice muy serio cuando le preguntan por el candidato priista a la delegación Benito Juárez, que ha sido su talón de Aquiles en los últimos meses.

Es lo único que tiene de la vieja guardia. Romero es un león joven. “Les estorbábamos, les estorbamos aún, a los leones viejos”, afirma el ahora padre de familia.

El panista pertenece a una generación de ruptura. A él y a un grupo de panistas que hoy tienen entre 30 y 40 años les tocó cambiar la dinámica en su partido: dejar atrás las asambleas de 120 personas y las decisiones entre unas cuantas familias para abrir el partido y poner énfasis en la afiliación, que en 2009 ordenó el entonces presidente nacional del PAN, César Nava, a la ex presidenta panista en el DF, Mariana Gómez del Campo.

Habrá quien diga que se les pasó la mano y en una de esas afiliaron hasta al jefe de Gobierno, pero “una cosa es que haya intervención externa en el partido y otra cosa es cumplir con la vocación de hacerlo crecer; una cosa es la afiliación masiva, que explota a la gente con una torta y que no sirve para nada, y otra muy distinta, es invitar, convencer, capacitar ideológicamente a nuevos panistas”, dice Romero.

Su generación, calcula, ha hecho crecer al PAN por lo menos tres veces en términos de membresía real. “Eso lo hice, lo hago y lo seguiré haciendo. Competimos por la ciudad y queremos más panistas”, afirma.

Egresó de la Libre de Derecho, la misma escuela que formó al ex presidente Felipe Calderón, pero no entró con los calderonistas al PAN. Su familia, que no militaba, votaba por el panismo cuando era peligroso. Incluso a los 16 años, a Romero lo apantalló Diego Fernández de Cevallos, cuando fue candidato presidencial y él disfrutaba de los debates en familia. “Lo van a matar”, recuerda Romero que fue la expresión de su madre en los días de la contienda presidencial de 1994.

Eso no lo detuvo, por el contrario lo motivó y Romero pasó pronto a los cuadros juveniles del panismo. A los 27 fue diputado, a los 33 delegado. Es ambicioso, pone la mira lejos, a sabiendas de que levantar la mano lo convierte en blanco de críticas, ataques, y quizá por ello seguido se encomienda a Dios.

La oposición adulta

A Romero no le gustan las visiones maniqueas: los malos malos y los buenos santos. “No existen y los principios hay que defenderlos, no vociferarlos”, afirma. Sobre todo, no le ve sentido a ser una oposición contestataria, “barata”.

Como delegado, tuvo que ser un gobernante que se coordinará con un jefe de Gobierno que habita en su demarcación. Como diputado local, asegura, la situación será diferente. Apoyará y cuestionará con argumentos, sin atacar a las personas ni mentir para enlodar a los adversarios. Incluso promete que la ALDF dejará de ser la oficialía de partes que ha sido en las dos últimas legislaturas.

“Si niegas un programa de agua sólo para capitalizarlo políticamente, eres un delincuente”, dice refiriéndose a prácticas parlamentarias de oposición y asegura que la bancada que coordinará, de unos 15 legisladores, será “adulta”.

Romero tiene asegurado su curul por segunda vez en la Asamblea Legislativa. Desde ahí, podrá hacer más política dentro de su partido, donde hoy tiene mayoría de militantes que le son afines, y presentar un bloque uniforme frente a los otros partidos. Actualmente, los diputados locales del PAN pertenecen a varias expresiones. Si ganan los candidatos actuales, que él designó en su mayoría, tendrá un bloque afín, prácticamente para él solo.

Amor con amor…

La senadora Mariana Gómez del Campo y Romero pertenecen a grupos distintos, pero crecieron juntos, con una relación política que se empalmaba con una relación personal. Han pasado muchos años y eran dos chamacos, pero lo siguen relacionando con ella y preguntando sobre quién hizo crecer a quién. “No hay nada más difícil que juntar una relación política con una amorosa”, dice Romero y así avanzan en este año, a la distancia.

Esa distancia se la guarda también a uno de sus más recientes aliados, Federico Döring, ahora que va a la Cámara de Diputados a disfrutar sus 18 años de fuero.

Sabe que en la ciudad hay una reintegración del equipo de Santiago Creel, pero confía en que en este año también se pondrán las aguas al nivel en el partido que arrastra un litigio por las afiliaciones de perredistas, priistas y hasta obradoristas en las filas del PAN.

Los castillos de Benito Juárez

Jorge Romero tiene claro que su administración en Benito Juárez, de 2012 a 2015, le ocasionó un desgaste. No pudo detener el principal mal de la delegación: las construcciones ilegales. De 159 juicios que enfrentó la delegación, el abogado siempre fue derrotado.

Los vecinos en Benito Juárez le reclaman a Romero y su grupo el olvido de la demarcación y la pérdida de calidad de vida por el crecimiento acelerado de las construcciones y la llegada de más familias.

A Romero al interior del PAN lo culpan de afiliaciones masivas; como gobernante lo señalan de corrupto y esa fama le creció con el escándalo de sus directivos en Brasil, que aunque fueron exonerados, él supo desde un principio, que era una inmadurez tomar ese vuelo.

El joven panista afirma que ha aprendido de los errores y las duras críticas en su contra se deben a que sus adversarios saben lo que representa, inclusive, jura que todas son calumnias. Lo cierto hoy en día es que le espera la responsabilidad de asumir la oposición en el poder Legislativo de la capital del país, en un momento en que también se ha convertido sin duda en un dirigente nacional del PAN. Que sea lo que Dios diga.

https://youtu.be/YUYyJCamTjs

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