Reinventarse el futuro postCOVID-19

Ciudad de México.- Los mexicanos somos propensos a echar la culpa a todos de nuestros males y en menor medida, aceptar nuestras deficiencias, que no errores y adeptos a la cultura de la no prevención, no esa que buscan aseguradoras o empresas mortuorias para lucrar con nuestros recursos, sino los malos hábitos que se han convertido en parte de la pandemia de las consecuencias.

Se culpó a China, a los viajeros mexicanos y extranjeros que se cruzaron en algún aeropuerto del mundo y llegaron a nuestro país procedente de varias naciones, es cierto que el gobierno de la 4T no visualizó la magnitud de la propagación del COVID-19 y como se fue extendiendo, sumando muertes y víctimas de contagio o en recuperación.

En esos meses de distanciamiento social, #QuédateEnCasa o #SusanaDistancia, provocó que a la mayoría de los mexicanos nos brotará el cobre y puso a descubierto nuestros malos hábitos que se resumen en enfermedades crónicas a causa del estilo de vida, no a causa del coronavirus, ese sólo es un vector.

Investigaciones nacionales y extranjeras, exponen que del total de los mexicanos fallecidos por complicaciones del COVID-19, el 71% sufría una comorbilidad como: hipertensión, obesidad, diabetes, tabaquismo, insuficiencia renal crónica, enfermedades pulmonares o la obstructiva crónica (EPOC), padecimientos cardiovasculares, asma o VIH.

Y cómo fue que llegamos a padecer ese tipo de dolencias, la obesidad, diabetes, hipertensión, trastornos cardiovasculares y respiratorios, son padecimientos, no contagios, que en el mundo afectan a millones, no sólo en México eso “nos puso de a pechito’’ ante el coronavirus y no hacer caso como nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador.

Si a esto le añadimos que la pandemia de enfermedades crónicas es generada por los intereses comerciales de varias industrias y empresas, con un valor agregado de un mal diagnóstico médico primario o una cultura errónea que encamina a hábitos nada saludables, ayudamos a ese virus a perjudicar nuestra endeble salud.

Si no vemos una gráfica de cómo la industria farmacéutica se pelea por salvar la vida de los infectados en todo el mundo y a que países pertenecen, estas han desarrollado la vacuna, pero será aplicada de forma escalonada y sobre todo a quienes tengan el billete. La Moderna, la tendrá entre enero y junio del 2021, U.Oxforfd/AstraZeneca en septiembre de 2020.

Pfizar/Biotech en octubre de 2020, Johnson&Johnson a principios de 2021, GSk/Sanofi en la segunda mitad de 2021, CanSinoBIO, Sinovac, Inovio y CureVac, les suenan, pues están en fase de investigación.

Y no únicamente eso, sino que la industria farmacéutica, la que salvará a la humanidad del COVID-19, va a facturar y capitalizar en millones de euros, controladas por un puñado de naciones. Roche es Suiza y facturará 56 mil 728 millones de euros; AstraZeneca del Reino Unido; y Estados Unidos su facturación llegará a 47 mil 162 millones de euros.

Los laboratorios Pfizer de Estados Unidos, facturará 45 mil 844 mde y MSD igualmente estadounidense, se ingresará 41 mil 242 millones de euros. Eso es filantropía. Ese es el costo para que los humanos continúen habitando el mundo.

No creo que a esto se le pueda llamar “conspiración’’ o sí. Es pregunta ahora sí.

COMMODATO

En medio de una pandemia, inseguridad con cifras históricas, un nivel de desempleo de más de 12 millones de mexicanos, tomando en cuenta que 10 de ellos trabajan en la informalidad y la mayoría no ha podido salir y 2 millones más, entre afiliados al IMSS o sujetos a las famosas outsourcing, realizar un espectáculo de un avión es para decir ¿Pero ¿qué es esta vaina?

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