Reequilíbrio autoritario

Ciudad de México.- Las elecciones regionales celebradas ayer en Venezuela muestran que los sistemas políticos, sin importar su orientación ideológica, pueden desarrollar a su interior mecanismos para recuperar la estabilidad política y para restaurar los equilibrios perdidos.    

Organizadas a modo, postergadas un año y fuertemente cuestionadas porque el Consejo Nacional Electoral actúa con total parcialidad hacia el gobierno de Nicolás Maduro, las elecciones han dejado de ser un indicador sobre la salud democrática de este régimen. Desde hace tiempo las elecciones venezolanas han sido duramente cuestionadas porque se llevan a cabo violentando los principios rectores de todo proceso democrático representados por la certeza, objetividad, imparcialidad, independencia, legalidad y máxima publicidad. Sin embargo, estos procesos continúan siendo usados para recoger un consenso social manipulado y clientelar.

Convertido en un caso de estudio, el régimen venezolano ilustra aquellas teorías del cambio político que identifican los procesos a través de los cuales un régimen puede llegar a perder coherencia, firmeza, arraigo y solidez. Generalmente las adecuaciones se consideran la respuesta más apropiada para alteraciones sustantivas al interior o en el entorno del régimen existente a las que es incapaz de adaptarse. El venezolano representa un ejemplo de reequilibrio político como respuesta a la alteración del orden, la pérdida de legitimidad y de efectividad del gobierno. Se trata de un proceso orientado al restablecimiento del régimen, después de una profunda crisis que se desarrolla por medios anticonstitucionales, con la interferencia de líderes carismáticos y donde el aparato militar desempeñó un papel fundamental.

El reequilibrio sin embargo, no significa que el nuevo estado de las fuerzas vaya a ser el mismo que antes. Tampoco que dentro de ciertos límites las reglas del juego político no puedan ser modificadas, especialmente las leyes electorales que a su vez dan forma al sistema de partidos y a las relaciones entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. El reequilibrio político se define como una alteración ante la cual algunos elementos del sistema son capaces de responder, sin cambiar sus relaciones básicas, consiguiendo una nueva situación estable. Recordemos que el plebiscito convocado por la Asamblea Nacional de Venezuela el pasado 16 de julio produjo que el régimen viera mermados sus fundamentos de legitimidad.

Dicha consulta representó una expresión multitudinaria en defensa del orden democrático que concurrió a las urnas a pesar del boicot, amenazas y violencia desplegada por el régimen, y contra la ruptura del orden constitucional que se produjo cuando el Poder Judicial anuló las funciones del Legislativo para ampliar los poderes del presidente.

A la crisis económica y social que padecía esa nación, se añadió una crisis política, derivada de la iniciativa de imponer una Asamblea Constituyente para redactar un nuevo ordenamiento constitucional que permita al grupo gobernante perpetuarse en el poder.

El reequilibrio político ocurre cuando existe un liderazgo capaz de conseguir ser aceptado por aquellos que siguen siendo leales al régimen existente, así como por los que optaron por ser desleales en la crisis.

El liderazgo de un régimen que ha perdido poder, eficacia, efectividad, y probablemente considerable legitimidad, tiene que ser capaz de aceptar este hecho y facilitar la transferencia del poder más bien que oponerse a ella si lo que se busca es la defensa del orden democrático.

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Twitter: @isidrohcisneros

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