Oposiciones ¿Un país dividido?

Ciudad de México.- Los resultados de la elección presidencial muestran la construcción de un nuevo poder político fuerte y hegemónico.

Al obtener poco más de 30 millones de votos, que representan el 53% de la votación nacional efectiva, Andrés Manuel López Obrador se dispone a formar gobierno.      

Fue un proceso electoral en muchos sentidos inédito que también otorgó al ganador mayorías en las Cámaras de Diputados y Senadores, así como en casi todas las gubernaturas, alcaldías y diputaciones locales en disputa.

Tan sólo en la CDMX obtuvo el 47% de la votación alcanzando 31 diputados de mayoría relativa y 9 de representación proporcional a los que se suman dos de los partidos coaligados.

En contraste, la oposición consiguió dos posiciones de mayoría relativa y 22 de representación proporcional, de un total de 66 legisladores locales.

Sin embargo, si se observan los números obtenidos por la oposición a nivel federal la perspectiva cambia. La alternativa encabezada por Ricardo Anaya obtuvo 12.6 millones de votos (22.2%), mientras que por José Antonio Meade sufragaron 9.2 millones de electores (16.4%).

Por su parte, el candidato independiente Jaime Rodríguez recibió 2.9 millones (5.2%). En conjunto la oposición recibió 24.7 millones de votos a los que se podrían sumar los votos nulos que fueron 1.6 millones (2.8%) siendo representativos de aquel sector de los ciudadanos que se tomó la molestia de asistir a las urnas para anular su voto al no sentirse representado por ninguna posición política.

Esta masa de sufragios es representativa del 46.6% de los ciudadanos inscritos en el listado nominal de electores, de modo tal que, aunque el triunfo de AMLO fue enorme, los resultados de la elección presidencial muestran un país dividido.

El nuevo contexto proyecta lo que el politólogo Robert Dahl denomina los dilemas de la oposición en la democracia. En su obra “Poliarquía. Participación y Oposición”, afirma que existen diferentes tipos de oposiciones que clasifica como: semi-oposiciones y pseudo-oposiciones, oposiciones legales e ilegales, así como oposiciones inermes y reales.

Menciona que las oposiciones desleales se caracterizan por un cuestionamiento permanente del régimen político para deslegitimar a las instituciones democráticas.

También hace referencia a las oposiciones semi-leales que acompañan al régimen en sus inicios y al sentirse excluidas, manifiestan su disposición para negociaciones secretas con otros partidos.

Finalmente, identifica a las oposiciones leales que manifiestan su compromiso de acceder al poder solamente por medios electorales y que expresan su disposición para constituir gobiernos alternativos basados en un amplio consenso pluralista.

Advierte que cuando la oposición se diluye, se debilita el esquema democrático de los pesos y contrapesos. Dicho de otra manera, sin oposición la democracia se degrada. Incluso, el proceso que sigue un régimen político para reconocer a la oposición constituye uno de los indicadores fundamentales para distinguir entre un régimen democrático y otro autoritario.

La oposición política representa el derecho democrático de los diferentes grupos sociales para disputar el poder, así como la participación organizada de los ciudadanos para influenciar la toma de decisiones.

En los regímenes no democráticos, la oposición al gobierno no puede organizarse abierta y legalmente en partidos políticos, ni enfrentarlo en elecciones libres e imparciales. Contrariamente, la democratización mexicana requiere de una oposición activa, propositiva y auténtica.

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@isidrohcisneros

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