Noemí: el orgullo mazahua que sepultó el 19S

Ciudad de México.- Las horas son días y los días años para los familiares de Noemí, una mujer de origen mazahua, quienes permanecen de pie en los escombros del número 286 de la calle Álvaro Obregón, en la colonia Roma, delegación Cuauhtémoc. Están llenos de miedo y coraje por una autoridad que luce débil y a veces se esconde. Sólo tienen una pregunta: ¿Dónde está Noemí? Y la esperanza de encontrarla con vida tras el terremoto del 19 de septiembre que sacudió la Capital CDMX.

Respuestas concretas, exigen familiares de Noemí, una joven de 21 años que representa para los suyos un orgullo mazahua, de la comunidad artesana de San Simón de la Laguna en el municipio de Donato Guerra, en el Estado de México. 

Noemí quería abrirse al mundo, no olvidar sus raíces, pero sí mejorar su vida. Ella quería ayudar económicamente a su familia,  quienes son artesanos de textiles, quienes con sus manos tejen vestimenta de mujeres: angustiosas esperan encontrar a su hija, a la estudiante, a la futura licenciada, a la mujer mazahua. 

La noticia fúnebre llegó a 11 días del colapso del edificio que desprende un tufo a corrupción, ya que en la opacidad se le autorizaron varios niveles más de construcción.

Un Roberto Campa, subsecretario de Gobernación, menguado, con el rostro adusto, llegó como cada noche con el reporte de cuerpos hallados sin vida bajo los escombros.

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Se perdió la esperanza de una joven que años atrás dejó su pueblo y vino a la CdMx a trabajar para pagar sus estudios universitarios. ¿La esperanza? Regresar con su familia y alzar su título porque por primera vez tendría una profesional, “una licenciada, mujer y mazahua”, dice uno de sus familiares con ojos hinchados de estar inmerso en un drama que parecía sin final.

El sueño fatal 

Corría el último semestre de la carrera, y a unos meses de culminar la licenciatura de Contaduría en la Universidad Londres, Noemí Manuel García iniciaba una prometedora oferta laboral donde le asegurarían liberar su servicio social y “si todo marchaba bien”, inserción en el campo profesional.

Su labor fue ejemplar en las primeras dos semanas en el despacho contable Aguilera Contadores Públicos, S.C. ubicado en una zona “bien, bonita y segura”, cuentan los  familiares de la joven indígena.

Pero vino el 19 de septiembre, un día que la alegría había llegado a Noemí porque firmaría su contrato laboral de 3 mil pesos mensuales. 

En el Despacho Aguilera Contadores Públicos, constituido como Sociedad Civil, ubicado en el edificio de la avenida Álvaro Obregón 286, piso 3-B, se encontraba laborando Noemí, junto a unos 48 compañeros, jefes y clientes: en su mayoría jóvenes.

Cada martes realizaban labores administrativas. Habían pasado ya dos horas con quince minutos, del simulacro en conmemoración al temblor de magnitud 8.1 de 1985; y prosiguieron a realizar una junta que se efectuaría en la sala del cuarto piso.

El reloj se detuvo a las 13 horas con 14 minutos, cuando todos se encontraban en la sala de juntas. "Escuchamos gritos, una alarma sísmica tardía y en menos de 10 segundos todo se derrumbó", recuerda la contadora Jessica Bustos, quien tuvo la fortuna de sobrevivir a la que denomina “una horrible catástrofe”. 

Todo terminó, el edificio de seis pisos que colindaba con la calle Oaxaca, tras un sismo de magnitud 7.1 se convirtió en una especie de sándwich de cemento que cobró la vida de 48 jóvenes profesionistas de entre 20 a 32 años: 24 hombres y 16 mujeres.

A cargo de Jaime Aguilera Ramírez, fundador, socio y director del despacho constituido en 1986, el negocio se definía como un espacio con calidad humana y ética de sus recursos humanos, pero hoy no hay a quién reclamarle.

El señor Aguilera quedó entre los escombros y junto con tres personas sólo lanzaba llamadas de auxilio.

Ante ello, los familiares de Noemí junto con la familia de Adrián “N”, otro de los jóvenes contadores, pusieron la mira en las autoridades para la reparación del daño.

 

De acuerdo con la investigación del edificio, realizada a través de Protección Civil, y comunicada por el vocero del gobierno de la CdMx, Humberto Morgan, a los padres y familiares: “el edificio de Álvaro Obregón 286, no debió seguir construyendo pisos”,  pues desde 1985 recibió dictámenes de alto riesgo por lo endeble de la estructura.

"La tragedia se pudo haber evitado", lamentan los familiares de Noemí, quien se convirtió en una de las 42 víctimas, junto con Adrián, Noé, Carolina y Zaid.

La esperanza continúa

Frente a lo que hace unos días era un edificio, y ahora se reduce a escombros, hay un puñado de personas que aún esperan encontrar bajo los escombros a otros ocho jóvenes profesionistas. 

“Quiero que la historia de Noemí se cuente para que viva, porque es joven y es un orgullo mazahua”, añade Genaro, primo de Noemí, mientras otros mantienen la esperanza puesta en piedras y varillas derruidas que alzan con las manos. 

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