Ciudad de México.- Las investigaciones del percance aéreo en el que murieron la gobernadora Martha Érika Alonso y el senador Rafael Moreno Valle, se enfilan a la conclusión de que se trató de un caso de deficiente mantenimiento del helicóptero y por ello se detuvo a cuatro personas justo cuando se cumplen dos años de aquel suceso.
A reserva de conocer más datos de la indagatoria, es probable que se mantengan dudas respecto a dos muertes que cambiaron el destino de Puebla.
Alonso y Moreno Valle eran y estaban llamados a ser factores de poder importantes y más aún en un escenario de polarización como el que ahora impera.
Los casos de alto impacto son extraños y llenos de acertijos, porque así funciona la narrativa que los sostiene.
Las autoridades debieran hacer un trabajo especial con los deudos de los políticos e inclusive ampliarlo hacia el PAN, ya que fue ahí donde el golpe tuvo un impacto más profundo.
Además, es probable que los ahora inculpados alcancen su libertad porque están acusados de un delito de culpa, esto es, no existió una intención directa de causar el daño.
En resumen: el accidente respondió diversas negligencias que se concatenaron.
Si las cosas fueron así, los sentimientos no dejarán de ser encontrados, ya que un trabajo profesional de mantenimiento habría evitado la tragedia, pero también es de valorarse el que no haya existido un plan para causar daño a dos de los políticos poblanos más relevantes. Tristeza y alivio.
Habría sido terrible el encontrarnos ante un complot, por todo lo que ello implicaría para la vida pública, pero no deja de ser frustrante la tardanza de la fiscalía poblana y de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, lo que solo abonó a la desconfianza y significó una dilación de la justicia.
Es por cuestiones así por las que se generan y difunden teorías que si bien son absurdas, se alimentan de los silencios de la autoridad en asuntos que, como este, son de la mayor relevancia.
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