México Libre: bomba para el Tribunal Electoral

Ciudad de México.- Por si alguien tenía duda, el presidente Andrés Manuel López Obrador grabó un mensaje para dejar claro que se congratulaba de la decisión del Instituto Nacional Electoral (INE) de negar el registro al partido México Libre de Margarita Zavala y Felipe Calderón.

Dijo que una decisión distinta “habría terminado con el INE” y recordó que de todas formas le parece una institución “desprestigiada.”

Esto indica dos cosas: Los ataques al INE continuarán, y de paso se presiona a los magistrados electorales, quienes tendrán que resolver, en definitiva, sobre el futuro de la organización partidista.

López Obrador tiene muy claro lo que está haciendo y le asiste la razón cuando señala que las cosas ya cambiaron. En efecto, es absurdo el tratar de procesar lo que está ocurriendo bajo la lógica del pasado, donde existían controles institucionales e inclusive públicos que en la actualidad se han diluido.

Por eso es más grave el error que, a mi parecer, cometieron los consejeros al cerrarle la puerta a una expresión política que cumplió con los requisitos, que sin duda tiene una correlación con la sociedad y a la que se le negó la posibilidad de defensa, ya que los señalamientos en contra del financiamiento fueron de última hora, como admitió la consejera Adriana Favela.

El INE pudo aprobar el registro y continuar con las indagatorias que fueran pertinentes e inclusive sancionar si se encontraban motivos para ello, pero se optó por el manotazo, obviando que esto abriría una crisis de proporciones inciertas, pero seguro relevantes para el futuro de la democracia.

El problema estallará en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) donde cualquier decisión que se tome, estará cubierta por la sospecha. ¿Por qué? Porque el propio López Obrador así lo estableció al hacer una lectura política de lo que se debe y no se debe hacer respecto a México Libre.

En los hechos lo puso del siguiente modo: Ratificar el acuerdo del INE o atenerse a las consecuencias.

Estamos entrando en un momento en que lo que importan son las apariencias. Nadie quiere enfrentarse a las decisiones y deseos del poder presidencial para no ser descalificado. Esta quizá, es la forma de presión más profunda y duradera.

Eso es lo inquietante, y por ello es más que urgente la discusión pública sobre las decisiones de las instituciones y en este caso particular las electorales.

La mejor defensa del INE y del Tribunal Electoral radica en ello, lo otro es plegarse a las descalificaciones que de todas formas les propinaron el sábado desde Palenque, en Chiapas. 

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