Mario Marín no irá a ningún Edén

Ciudad de México.- La justicia es lenta. Pasaron 16 años desde que policías judiciales detuvieron a Lydia Cacho en Cancún, trasladándola por carretera hasta Puebla, donde se le requería por el delito de difamación que en teoría se desprendía de su libro, “Los demonios del Edén” y que tenía un agraviado muy poderoso: Kamel Nacif Borge.

El texto de Cacho reveló las actividades de toda una red de pederastas y de delincuentes encabezados por Jean Succar Kuri, sentenciado a 112 años de prisión, entre otros cargos, por pornografía infantil y tráfico de menores.  

Durante el trayecto, la periodista sufrió amenazas y tortura sicológica y no es difícil imaginar el tormento de aquellas horas en manos de los policías poblanos.

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Detrás del operativo estaban las órdenes directas del gobernador, Mario Marín Torres, quien quería “dar un coscorrón” a Cacho y así complacer a su amigo empresario, quien le llamaba “mi gober precioso”.  

Con el tiempo se hicieron públicas las grabaciones, captadas por la entonces mujer del empresario, quien quería pruebas de sus infidelidades, pero  que terminaron de implicar al mandatario en la tortura contra la periodista, aunque desde el poder pudo sortear el problema.

Es probable que Marín Torres, acusado de tortura, solo haya fungido como una pieza, aunque bastante relevante, en la maquinaria de la impunidad y en los mantos de protección con que contaban –y cuentan—quienes son cercanos al poder.

El ex gobernador de Puebla creyó que podría manipular a las instituciones procuradoras de justicia, pero nunca advirtió que su conducta se podría castigar con el tiempo.

Su suerte empezó a declinar, como lo hicieron quienes lo respaldaron en el pasado. En Puebla, después de él, el PRI no volvió a ganar.

Sin duda es importante que la Fiscalía General del República (FGR) lo haya detenido, en Acapulco, donde se escondía, aunque sea con una tardanza de lustros y cuando las amenazas en contra de Cacho no han cesado.

Más allá de lo escrito por Cacho, y de las precisiones que los agraviados pudieran hacer, lo que es inaceptable es que se utilizará el poder para tratar de silenciarla.

La detención de Marín Torres hay que entenderla así, como una respuesta del propio periodismo, mostrado por la tenacidad de Cacho y su constante exigencia de justicia.

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