Los demagogos del Covid19

Ciudad de México.- Es una pesadilla, en efecto. Vendrá otra oleada de Covid-19 en el mundo entero.

Europa se prepara para medidas estrictas de control en las que se aplicará la defensa más útil contra el virus: el distanciamiento social.

Es un momento crítico, porque los ciudadanos y sus familias están cansados. El aislamiento de los pasados meses parecería inútil, pero no lo fue.

Por eso hay que actuar con oportunidad, aprendiendo de la experiencia y preparándose para enfrentar otro momento complicado y bastante incierto, y en particular por lo que respecta al futuro de la economía.

En el fondo no hay elección, es la salud para que subsista la economía. Son falsos los argumentos al estilo de Donald Trump y de otros populistas, insistiendo en que existen otras rutas.

Mientras no exista una vacuna estaremos así y para conseguirla puede pasar mucho tiempo, inclusive años. Hay avances, pero en los hechos todavía no la tenemos y de ello hay que hacerse cargo.

En los círculos científicos sabían que esto podía ser así y no han mentido al respecto. El más optimista sabe que en el mejor de los casos todavía pasarán meses antes de tener algo ya en claro.

En México no habrá un rebote, aquí hemos estado en un avance continuo de la enfermedad, con el añadido de que las autoridades no siempre han hablado con la verdad.

Pronto habremos llegado a los 90 mil fallecidos por Covid-19, una cifra que habría parecido demencial hace unos meses, pero que da cuenta del fracaso de las estimaciones oficiales.

Supongo que ni siquiera importa insistir en el disparate, por demás perverso, contra los cubre bocas, o en los alegatos de que en México se han hecho mejor las cosas que en otras naciones.

La emergencia es tan grande que hay que hacer a un lado el discurso de los demagogos, para concentrarnos en lo que señalen los expertos, en los aprendizajes internacionales y en la colaboración de los ciudadanos.

Insisto, es una emergencia, aunque los agobios del presente, incluidos los que vienen de la inseguridad y de la política, hagan que lo olvidemos por momentos. Es más, parte del deterioro institucional que estamos padeciendo, proviene precisamente de la propia crisis.

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