Los Virgilios

A Nuestra Aparente Rendición, por sus cinco años

Ciudad de México.- Ofende pero no sorprende la exoneración de Enrique Peña Nieto, su esposa y Luis Videgaray. Es normal porque damos por sentada la parcialidad de árbitros y jueces. ¿Habrá forma de librarnos de tan nociva plaga?

Cuando llegó la alternancia los tres principales partidos (PRI, PAN y PRD) tuvieron que establecer las instituciones que vigilarían y transformarían a las instituciones con lo cual México sería, finalmente, un país de leyes. Lo meditaron en sus cenáculos, se miraron entre sí y decidieron que mejor simularían. Así fue como miles de cargos fueron ocupados por personajes que hablan y se comportan como si fueran independientes pero que tienen alma de vasallos. Nos llenamos de Virgilios.

No existe sociología pensada para describir esta especie. Como tengo años observándolos, considero posible hacer un bosquejo de ellos basándome en la biografía y la obra de los hermanos Virgilio y Enrique Andrade. El primero es Secretario de la Función Pública después de haber sido consejero del IFE, y el segundo es actualmente consejero del Instituto Nacional Electoral (INE).

Este tipo de personas tienen una formación académica razonable y utilizan un lenguaje democrático; alaban el estado de derecho pero, al carecer de compromiso, se despreocupan por averiguar si las leyes que utilizan armonizan con la justicia. Por lo general son discretos y habitan en la penumbra, pero hay una subespecie a la que le gusta escribir en periódicos o pararse ante los micrófonos, pero eso sí, jamás incurren en estridencias o despropósitos que molesten a los patrones.

Si revisamos sus carreras, han sido asesores o secretarios particulares de políticos. Durante esas etapas tienen el radar prendido para sugerir, en el momento oportuno –ni antes ni después–, que les gustaría encabezar alguna comisión de derechos humanos, irse de consejero de algún instituto electoral o convertirse en juez de algo para, desde ahí, expresar, cuando sea necesario, su agradecimiento a sus benefactores.

El 12 de agosto, Enrique Andrade formó parte de los ya famosos siete del INE que proclamaron que las ilegalidades del Partido Verde no eran “graves” y que podía seguir haciendo negocios y arrasando especies protegidas. El 21 del mes, Virgilio llenó 60 mil páginas para exonerar al Presidente, a su esposa y al secretario de Hacienda sin haberse preocupado por establecer cómo y por qué se beneficiaron de la magnificencia del dueño de Grupo Higa, Juan Armando Hinojosa, el cual, por cierto, nunca fue importunado con incómodas preguntas.

Después de sus tropelías esta especie se atrinchera tras el silencio, el cinismo o las negaciones (Stanley Cohen elaboró una sociología dedicada a ese comportamiento que puede ser muy nocivo). Si Bill Clinton redefinió el acto sexual; los siete del INE reescribieron el significado de “grave” y el secretario de la Función Pública rompió con las cadenas puritanas sobre qué es el conflicto de interés demostrando que él sí puede ser empleado del Presidente, además de ser amigo del secretario Videgaray desde 1987 sin que eso afectara su fallo. Por supuesto que nadie ha dicho en público que le cree.

Las leyes sirven para construir democracia o para apuntalar la corrupción. Todo depende de quienes ocupen las plazas de árbitros y jueces. Miguel Ángel Mancera, por ejemplo, intenta dar un albazo legislativo al proponer –en un acto de dudosa legalidad– a la Asamblea Legislativa la ratificación como magistrada del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del DF a Yasmín Esquivel Mossa, actual presidenta de este Tribunal. Además de violar los tiempos legislativos (para evitar, supongo, la llegada de Morena a la ALDF) nomina a alguien que carga un notorio y grave conflicto de intereses. Yasmín Esquivel falló en la disputa sobre la Supervía Poniente, pese a ser esposa del dueño de una de las constructoras, Grupo Riobóo.

Los Virgilios nunca descansan. El INE está controlado por el PRI y el Verde y fuentes confiables me dicen que Marco Antonio Baños y su grupo están “operando” para llenar de gente “suya” los institutos electorales de las entidades donde habrá comicios el próximo año. ¿Cómo reaccionarán Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y Benito Nacif? ¿Frenarán el atentado contra la credibilidad electoral o concluirán que esto tampoco es “grave”?

Jamás habrá Estado de derecho si continúa la plaga de árbitros y jueces simuladores. Tenemos que detectar, exhibir y de ser posible frenar a los Virgilios.

 

Comentarios: www.sergioaguayo.org

Colaboró Maura Álvarez Roldán

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