López Obrador le habló a un país que ya no existe

Ciudad de México.- El país que habita la  4T, en sus discursos, es extraño. Ni la crisis más grande de la historia los hace moverse de un guion preestablecido.

La palabra presidencial de tanto utilizarse se convertirá en banal. Cada mañana la gasta y por eso los momentos que pueden ser trascendentes no funcionan.   

Es probable que al mensaje de este martes 1 de septiembre sea recordado como uno de los más anodinos.

Un recetario de logros que no se sustentan en la realidad, la apremiante, la de millones de familias que se quedaron sin ingreso desde hace cuatro meses.

Para López Obrador son difíciles los escenarios oficiales. Le cuesta la disciplina del discurso, del mensaje que tiene carácter de Estado y que en sólo en alguna medida le pertenece, porque tiene la fuerza lo que significa, su investidura y su poder.  

Prefiere la arenga en la plaza, la convergencia con los suyos, las conferencias sin cuestionamientos, pero ahora es presidente y eso lo coloca ante otro nivel de responsabilidades, inclusive para quienes le son molestos y son presa recurrente de sus ataques.

Nada anunció Andrés Manuel López Obrador que tenga una importancia trascendente, no hubo convocatoria para buscar salidas, en conjunto, a los problemas que agobian.

Los suyos tampoco encontrarán en sus líneas el plan de acción que les de pistas de lo que deben hacer ante lo novedoso, lo revelador, lo inédito.

Para el presidente López Obrador poco ha cambiado desde que estalló la crisis de salud que ya se volvió una devastación económica como no la había padecido México, al menos desde que se tiene memoria y medición de semejantes eventualidades.

López Obrador categoriza la coyuntura, la emergencia del Covid-19, como un contratiempo, como una posposición, momentánea, de su marcha al establecimiento la 4T y no no como el rayo fulminante que ya es y del que no hemos conocido toda su fuerza.

El problema, lo inquietante, es que todo cambió y no sabemos hasta dónde y con qué consecuencias. Nunca volverá el país de antes del encierro, ya no existe, para bien y para mal. ¿Qué sigue? En esa respuesta nos jugamos el porvenir y este 1 de septiembre no hubo ni un intento de esbozarla.

Una de las claves de la política, es la de saber adaptarse a las circunstancias, tener la osadía de dar el golpe de timón antes de que la nave sucumba ante las corrientes poderosas de la realidad. Esta vez no ocurrió y el tiempo se agota, si no es que lo hizo ya.

 

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