López Obrador en el tobogán de 2005

Ciudad de México.- El tiempo pasa. Hace 16 años la redacción de Milenio era un vértigo. El proceso de desafuero de Andrés Manuel López tenía todos los atributos de lo histórico. Aquellas horas iban a marcar a generaciones enteras y acaso lo intuíamos en el tobogán de las informaciones. 

Pero los grandes relatos necesitan espacio, no se dan de un día a otro y más bien se van construyendo en horas y horas de trabajo, que reflejan lo ocurrido entre 2004 y 2005, uno de los momentos más interesantes desde el punto de vista periodístico y por ello complejos y hasta inquietantes.

El diario asumió una posición que no pocos consideraron favorable a López Obrador. Lo fue en la medida en que se hizo énfasis en el personaje cercado pero poderoso. Víctima pero victimario a la vez. Sin embargo, no se escatimaron ángulos ni personajes. Momento axial, sin duda. Pocas veces se ha dado con tanta claridad un encontronazo de poderes y desde dos palacios, el Virreinal y el Ayuntamiento.

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Si bien el presidente Vicente Fox despachaba sobre todo en Los Pinos, no dejaba de ser una paradoja que toda la efervescencia estuviera concentradas en las cuadras del Centro Histórico, hasta el edificio de la Suprema Corte, naturalmente.

Nada es blanco y negro y mucho menos cuando lo que anima las pasiones es la disputa por el poder mismo.  

El entonces Jefe de Gobierno era responsable de violar una suspensión de amparo. El asunto que se desató por la construcción de un camino en un predio privado, El Encino, en la colonia Santa Fe. El dueño del predio se inconformó y en el Gobierno del Distrito Federal no le hicieron caso. Los jueces protegieron al quejoso, una determinación en cierta forma rutinaria, pero que con el paso del tiempo incidiría en el futuro de México.

Las cosas se precipitaron por una mezcla de arrogancia del propio López Obrador y por una decisión, impulsada desde la presidencia de la República, se descarrilarlo de sus aspiraciones políticas. Mala mezcla que aún hoy abruma y explica la polarización.

El 7 de abril de 2005 la Cámara de Diputados, convertida en tribunal de procedencia, le quitó el fuero constitucional a López Obrador, con el voto del PRI y del PAN, en modo mayoritario.

Como suele ocurrir, lo más pesado de la historia, no estaba en el expediente de los diputados y eran los video escándalos, la captación de líderes perredistas y funcionarios de la administración capitalina recibiendo sobornos del empresario Carlos Ahumada.

Muchos pensamos que López Obrador no pasaría esa prueba y que vendría un amplio periodo de tensión que ya se esbozaba en las gigantescas movilizaciones a favor del jefe de Gobierno en el zócalo capitalino.

Al final imperó una suerte de prudencia y la Procuraduría General de la República (PGR) se desistió de las acusaciones contra López Obrador. El procurador Rafael Macedo prefirió renunciar al cargo para que otro condujera lo que procediera a nivel jurídico.

¿Ganó la política y perdió la ley? ¿La prudencia y la razón de estado permitieron una salida al problema?

López Obrador contendió en 2006 y perdió la elección con Felipe Calderón. Era apenas el principio de algo mucho más profundo y eso sí no lo sabíamos.

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