Liberen a Venezuela

Ciudad de México.- Hoy inicia en Cancún la 47 Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, que integra a 35 países, quienes abordarán temáticas de suma importancia para Latinoamérica.   

De manera especial, se discutirán las posibles soluciones a la crisis humanitaria que enfrenta la República Bolivariana de Venezuela. Gobernada por el grupo político que llevó consigo al poder el fallecido Hugo Chávez, actualmente representa no sólo el fracaso económico y social de una nación con las mayores reservas de petróleo del continente, casi el 85 por ciento de la región, sino también, y quizá lo más importante, el naufragio de un modelo político e ideológico que quiso inspirarse en el ideal socialista con sus reclamos de justicia y libertad.

Bajo el liderazgo carismático de Hugo Chávez, durante catorce años Venezuela se convirtió en el ejemplo paradigmático de un gobierno de izquierda que cautivó a numerosos intelectuales y que sirvió de inspiración para el advenimiento de otros regímenes del mismo tipo en la región.

En su momento, se confrontaron dos concepciones de democracia y dos modelos de desarrollo económico y social. De un lado, el modelo que encarnó la izquierda popular que buscaba reconstruirse políticamente después de la “caída del Muro de Berlín”, y del otro, la representada por la tradición liberal, que promueve los procesos electorales y postula la vigencia de los derechos ciudadanos como indicador de la calidad democrática.

La izquierda post-chavista no solo ha demostrado su ineficacia como alternativa de gobierno, sino que utiliza métodos de intervención social y política que tergiversan al sistema democrático.

En un momento de redefiniciones de la izquierda latinoamericana —como el que se vive actualmente— el gobierno de Nicolás Maduro encarna justamente lo que no debe representar la izquierda de nuestro tiempo. De izquierda no es la existencia de presos políticos, ni la represión indiscriminada hacia los opositores.

No es de izquierda la censura a los medios de comunicación y tampoco el control clientelar de las políticas públicas. Del mismo modo, no forma parte de esta concepción y modalidad de la política la manipulación autoritaria, llevar a civiles ante cortes militares y la corrupción generalizada en todos los órdenes de gobierno.

No es de izquierda el control del Ejecutivo sobre las instituciones judiciales para revertir las decisiones tomadas por el Poder Legislativo y, ciertamente, no es de izquierda usurpar la soberanía popular para convocar a una Constituyente sin legitimidad con el objetivo de aniquilar a los disidentes.

Con una inflación trimestral del cien por ciento, un extenso desabasto de productos básicos, medicamentos y otros servicios sociales esenciales, Venezuela vive hoy los momentos más críticos de su historia contemporánea por la amenaza latente de una guerra civil. Los países integrantes de la OEA deben pugnar por una salida negociada a la crisis venezolana que permita, a la brevedad, la realización de elecciones democráticas. Después de un largo periodo de dictaduras militares la región latinoamericana ha descubierto que la democracia es la única manera de transformar pacíficamente a los sistemas políticos, protegiendo los derechos humanos y las titularidades ciudadanas. Liberar a Venezuela de la tiranía es una obligación ética de todos los demócratas.

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@isidrohcisneros

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