Las tres muertes de Marisela Escobedo

Hace varios años, en 2012, escribí un texto sobre el drama de Marisela Escobedo. Ahora que inicia la difusión de un documental, me parece interesante recuperar el esbozo de aquella historia

Ciudad de México.- Si buscamos una historia que condense todas las fallas de nuestro sistema de justicia, y la indefensión de las víctimas, esta es, sin duda, la de Marisela Escobedo, la activista que murió asesinada a las puertas del palacio de gobierno en Chihuahua en diciembre de 2010 cuando exigía que las autoridades hicieran su trabajo y atraparan al asesino de su hija, Rubí Frayre.

Cuando Rubí desapareció, las pistas condujeron pronto a su esposo Sergio Barraza Bocanegra “El Piwi”.

Interrogado por policías municipales y estatales confesó que mató a golpes a su pareja y que había prendido fuego al cadáver.

En uno de los primeros juicios orales, Barraza Bocanegra fue liberado por los magistrados Netzahualcóyotl Zúñiga, Rafael Boudib y Catalina Ochoa.

Los juzgadores consideraron que la prueba presentada por la fiscalía, que consistía en la confesión del inculpado, no era suficiente, porque no estaba grabada y porque no contaba con abogado en ese momento.

El escándalo fue mayúsculo y un tribunal de casación enmendó el error y condenó a Barraza Bocanegra a 50 años de cárcel y los juzgadores con el tiempo tuvieron que renunciar a sus cargos. Ya era demasiado tarde, sin embargo, y  el asesinó de Rubí se había fugado.

Ante la ineficacia de la autoridades, que no lo pudieron detener en Zacatecas, Marisela Escobedo se plantó ante las oficinas del gobernador de Chihuahua y ahí mismo hizo una premonición: “si me matan, que lo hagan frente al palacio de gobierno, para que a la autoridad le dé vergüenza”. La mataron el 16 de diciembre de 2012 de un tiro en la nuca.

Hace unas semanas fue detenido José Enrique Jiménez Zavala “El Wicked”, quien confesó su participación, como autor material del crimen en que perdió la vida Escobedo.

Jiménez Zavala pertenece a la pandilla de Los Aztecas, uno de los brazos ejecutores de La Línea, el grupo operativo del cártel de Juárez y quienes tienen una alianza con los Zetas.

El sicario le dijo a las autoridades, palabras más, palabras menos, que Escobedo murió porque estaba calentando y la plaza y porque su activismo les molestaba.

La furia se explicaba porque Barraza Bocanegra era integrante de la organización de los Zetas, con mando operativo en Zacatecas, al grado de que se le conocía también como “Comandante Bambino”.

Barraza Bocanegra murió el miércoles en un enfrentamiento a tiros con elementos del Ejército en un punto intermedio entre los municipios zacatecanos de Joaquín Amaro y Tabasco.

La muerte de quien fue marido de Rubí, y padre de Heidi, la hija de ambos, deja muchos cabos sueltos.

La familia de Escobedo no cree que Jiménez Zavala sea el asesino de Escobedo, e insisten en que el atacante, aquel diciembre, fue Antonio Barraza Bocanegra, el cuñado de Rubí.

Para el gobierno de Chihuahua el expediente está cerrado, aunque los Escobedo, ahora exiliados en El Paso, Texas, no parecen dispuestos a que se cierre uno de los capítulos más tristes de los últimos años.

Publicado el 23 de noviembre de 2012 en La Razón.

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