Las pesadillas y los registros

Ciudad de México.- En los próximos meses tendremos que registrar nuestros datos biométricos si queremos continuar con o adquirir una línea de teléfono móvil. En los hechos, estaremos “fichados” de alguna forma, ya que el gobierno eligió una vía que pone en riesgo los datos personales, para en teoría defendernos de los delincuentes. Los ciudadanos sacrificaremos privacidad y los burócratas nos darán seguridad, en teoría. Sospecho que será un desastre y que los daños serán mayores a los beneficios.

Como en otros asuntos, todas las advertencias de expertos y del propio INAI fueron desechadas.

En el pasado hemos tenido muy malas experiencias al respecto. ¿Se acuerdan del Renave?

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Hace ya algunos años, el gobierno federal intentó establecer un padrón vehicular que sirviera para desalentar el robo de vehículos y para ello se contrató a una empresa privada, Talsud que sería supervisada por la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial.

Se decía que se trataba de un asunto de Seguridad Nacional y que la eficacia y custodia de los datos estarían siempre en buenas manos.

El Registro Nacional de Vehículos (Renave) se anunció con bombo y platillo hasta que todo estalló por los aires. El director del proyecto, Ricardo Miguel Cavallo fue detenido el 24 de agosto de 2000 en Cancún, Quintana Roo, cuando intentaba huir del país.

Lo buscaban en España debido a una investigación realizada por el entonces juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón.

Mientras Cavallo daba entrevistas, establecía confiabilidad en el Renave, en la Interpol elaboraban su ficha roja.

Cavallo era un pájaro de cuenta buscado por crímenes de lesa humanidad, entre ellos la ejecución de 227 personas y la desaparición de 16 bebés recién nacidos en una carrera de terror que inició en 1976 y que no concluyó hasta que los militares fueron arrojados del poder. Cavallo con el apelativo de “Sérpico” era un teniente de la Armada Argentina que había esquivado acusaciones y se había enriquecido con los registros de autos en Centro América, aunque sus actividades siempre generaron sospechas.

A los 15 días del arresto del entonces director del Renave, en un paraje de La Marquesa, en las proximidades de la Ciudad de México, se encontró el cadáver de Raúl Ramos Tercero, el subsecretario de Comercio que fungía como jefe del propio Cavallo.

Ramos Tercero se suicidó, según las autoridades de la procuraduría del Estado de México, rebanándose la yugular con un cúter.

Sigue en el misterio cómo resultó posible que los órganos de seguridad del Estado mexicano no detectaran el perfil de Cavallo y no advirtieran de los riesgos que podía implicar su contratación.

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