La tormenta del Almirante

Ciudad de México.- El almirante José Rafael Ojeda Durán se quejó de los jueces. Lo hizo como lo han hecho muchos de quienes tienen, y han tenido, la responsabilidad de combatir al crimen.

El problema es que las declaraciones las hizo, como secretario de la Marina Armada, y desde Palacio Nacional, con el presidente de la República presente.

Ojeda Durán está viviendo en carne propia la dificultad que implica revertir los niveles de impunidad y las profundas fallas institucionales que propician esto.

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Hay jueces que actúan mal, sin duda, aunque no son la mayoría. La dificultad estriba en que las áreas de seguridad y las fiscalías que no hacen bien el trabajo que les corresponde.

Se tiene que salvaguardad el debido proceso, y sí, es molesto, sobre todo si quiere anunciar con bombo y platillo el aseguramiento de 700 kilos de fentanilo, en Guaymas, Sonora.

Parte del entrenamiento policial es contener los reflejos, esperar al momento de la integración de las carpetas y el propio juicio para asentar todo lo requerido. El asunto es que el almirante Ojeda Durán y sus subordinados no son elementos de una corporación policiaca y por eso ocurren desencuentros con otras instituciones, las del Poder Judicial, pero también las que atañen a la Fiscalía General de la República (FGR).

Ese es el tema de fondo y no tanto que haya dicho que “hay muchos casos en los que pena nos da que actúen de esa manera (los jueces) parece ser que el enemigo los tenemos en el Poder Judicial”.

Porque también se refirió a que “no tenemos mucha ayuda de jueces y de ministerios públicos”. De los primeros no tendría que solicitarla, como no sea en los rangos que lo permite un proceso judicial, y de los segundos le asiste toda la razón.

En el fondo debió decir que el enemigo se encuentra en la FGR y habría tenido algo más de razón, aunque no del todo, porque el trabajo de los fiscales depende, en gran medida, de que los los marinos (como los militares) que están desempeñando tareas de seguridad se apeguen a los procedimientos legales.

Lo que requerimos es que el modelo funcione, pero esto no será posible en la medida en que no contemos con una policía capacitada y eficiente. Eso, por desgracia, se demorará y mucho, porque hay una renuncia bastante explícita para realizarlo.

Se dirá que la Guardia Nacional es eso, una policía, pero no es así, es un cuerpo militarizado que responde y depende de la Secretaría de la Defensa Nacional, donde no quieren ser policías y por ello se capacitaron como soldados.

Más tormentas enfrentará el Almirante, pero le ayudarían no exponiéndolo en conferencias matinales de las que no sacará ningún provecho, ni siquiera para hablar del fentanilo, ese que, con éxito, incautó la Marina Armada.

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