La ley y la víctima

Ciudad de México.- Es imposible lidiar con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. No entiende el respeto por la ley ni por el proceso electoral en curso. La única ley que existe es la que sale de su boca y de su retorcida ideología democrática.

Ayer, “como ciudadano”, denunció desde Palacio Nacional al candidato del PRI al gobierno de Nuevo León, Adrián de la Garza, por ofrecer apoyos económicos, mismas promesas que él hizo en sus tres campañas presidenciales.

Olvida, como suele hacerlo cuando no es él quien ofrece dádivas a cambio de votos, que las y los candidatos pueden hacer promesas a quienes busca gobernar. Si las cumplen o no —que es lo más común— es otra cosa.

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Pero ante el desplome de su candidata, Clara Luz Flores —vinculada con el líder de NXIVM, Keith Raniere—, ha decidido apoyarla desde el estrado de Palacio Nacional y denostar a los adversarios de esta.

Al Presidente lo tiene sin cuidado la veda electoral, bajo el pretexto que tiene que “informar al pueblo”. Nuevamente se confunde, porque no informa, hace campaña por las y los candidatos de Morena.

Insensible ante las tragedias, el martes dedicó solo unos minutos al colapso de un tren de la Línea 12 del Metro. Prefirió utilizar el podio presidencial para atacar a periodistas que no le aplauden sus ocurrencias.

Le importaron poco las víctimas de esa tragedia y se puso, como gusta hacerlo, en el papel de mártir.

López Obrador juega a provocar al Instituto Nacional Electotal (INE) para que lo sancione y, otra vez, victimizarse, lo que le daría arsenal para atacarlo y amenazarlo con la cantaleta de que es muy costoso y tiene que desaparecer.

Todos los días habla de temas electorales, lo que es una clara violación a la legislación electoral. Pero para el tabasqueño la ley es él.

López Obrador desdeña la investidura presidencial, la cual cuelga en un perchero cuando se entromete en el proceso electoral.

No hay nada que hacer. Seguirá haciendo campaña por sus candidatas y candidatos. 

Es un provocador profesional y su propósito es distraerla atención de lo verdaderamente importante: la tragedia del Metro.

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