La izquierda de esta Ciudad se enfrentó a manotazos, gritos y empujones en la tribuna de la ALDF

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Alberto Cuenca Reportero en Capital CDMX

Ciudad de México.- Como no ocurría desde hace por lo menos tres legislaturas, la sesión de hoy en la Asamblea Legislativa del DF (ALDF) se convirtió en un caos. Hubo manotazos, empujones, gritos y la toma de tribuna por parte de diputados de Morena, mientras que el resto de legisladores destituían a la presidenta de la Mesa Directiva, la diputada morenista Flor Ivonne Morales, para nombrar como sustituto al legislador del PVEM, Fernando Zarate.

El desorden no podía quedar retratado de otra manera que con los empujones y gritos que se sucedían en la Mesa Directiva. Los asambleístas de Morena ya habían tomado la tribuna y la Mesa; desde ahí buscaban desplegar una manta en la que se leía: “Mancera, nos quieres imponer tus negocios. 100 mil millones de pesos por 30 años y la Ciudad no te importa”.

Pero los legisladores del PRD vieron venir el movimiento. Sabedores  de lo que es tomar una tribuna, también subieron veloces, pero a impedir que los morenistas desplegaran la manta. Las perredistas Rebeca Peralta y Francis Pirín lograron abrirse espacio y acercarse lo suficiente para comenzar a jalar y romper la manta.

Pirín ganaba espacio a caderazos, resguardada por su compañera de bancada Elizabeth Mateos. Así logró quedar a un lado de Flor Ivonne Morales, quien sostenía un extremo de la manta. En un descuido de esta última, logró romper y arrebatar un buen pedazo de la misma.

Atrás de ellas, la legisladora Nury Delia Ruiz Ovando, del Movimiento Ciudadano, se hacía de manotazos con María Eugenia Lozano, de Morena, en un intento por hacerse del control de la curul y del micrófono que utiliza quien preside la Mesa Directiva.

Del lado izquierdo de la tribuna un asesor de Morena hacía llegar a sus diputados una nueva manta, que intentaron desplegar por ese flanco, aunque de nuevo se toparon con las combativas Francis Pirín y Rebeca Peralta, quienes otra vez, entre gritos, manotazos y jalones de cabello, ganaron el round y arrebataron la lona a los morenistas.

Desde abajo, entre curules y palcos, miraban atónitos diputados de los otros partidos, asesores e invitados. La izquierda de esta Ciudad se confrontaba en la parte principal del histórico recinto de Donceles y Allende, dando el espectáculo ante cámaras y micrófonos, y así se los hacía saber con  gritos la diputada del PAN, Margarita Martínez Fisher.

Los 109 mil

La confrontación surgió cuando apareció un dictamen de las comisiones unidas de Presupuesto y Hacienda del órgano legislativo fechado hoy, por el cual se aprobaba la solicitud realizada por la secretaria de Gobierno de la Ciudad, Patricia Mercado, para autorizar la afectación de cantidades remanentes de participaciones federales que le corresponde a la capital del país, a efecto de que ese dinero sirva como garantía de las obligaciones de pago que tiene el gobierno de la Ciudad con empresas como Veolia, encargada de la construcción de la planta de termovalorización en terrenos del Bordo Poniente.

Sin convocatoria pública para sesionar, las comisiones unidas presentaron ese dictamen al Pleno para su ratificación, y sin que el contenido del mismo se hubiera difundido en la Gaceta Parlamentaria del órgano legislativo. Inscrito de última hora en la sesión de este martes, los diputados se preparaban para discutir y aprobar el documento.

En el dictamen se refiere que el pasado 25 de julio, la secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, envió a la ALDF una solicitud para afectar el 55 por ciento de las cantidades remanentes del contrato de fideicomiso irrevocable de administración y fuente de pago número F/1509, celebrado por el Sistema de Transporte Colectivo Metro, Provetren, el Deutsche Bank, IBM, División Fiduciaria y el gobierno de la Ciudad (Fideicomiso L12).

De acuerdo con el dictamen, esos remanentes se irán a un nuevo fideicomiso que servirá como garantía de las obligaciones de pago que tiene el gobierno de la Ciudad para el diseño, construcción, puesta en marcha, operación y mantenimiento de una planta de aprovechamiento de poder calorífico de los residuos sólidos urbanos de la Ciudad, así como para la implementación del proyecto de prestación de servicios a largo plazo para la biodigestión de la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos producidos en la Ciudad y la generación de energía eléctrica.

Además, se establece que una vez concluido el contrato del Fideicomiso L12, el 24 por ciento de la totalidad de los recursos de ese fideicomiso se integren a una nueva figura fiduciaria como garantía de pago del gobierno de la Ciudad, derivado de los proyectos señalados en el párrafo anterior.

Minutos antes y durante la comparecencia de la propia secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, que también se realizó este martes, la diputada de Morena, Aleida Alavez, ya advertía que ese dictamen no es un otra cosa que un gran negocio que sólo afectará a la capital del país con una deuda que ascenderán a 109 mil millones de pesos.

“No quiere hablar del tema, secretaria, pero nos preocupa la Planta de Termovaloración. Una contradicción ambiental. Una iniciativa que usted firma y que envía aquí a la Asamblea y que hoy nos sorprenden con un dictamen firmado por integrantes de la Comisión de Hacienda que ni siquiera sesionaron. Eso ya lo arreglaremos aquí en la Asamblea, pero esto no es otra cosa que el gran negocio de la CDMX. Quieren generan 9 mil 665 megawatts con dos plantas, una Termo y una Bio, y quieren con ello comprometer los recursos de remanentes federales de la Ciudad por 30 años”, acusó Alavez.

Lamentó que se pretenda endeudar a la Ciudad con 109 mil millones de pesos por esas tres décadas, cuando lo que se necesita es dinero para la reconstrucción de la Ciudad luego de los sismos.

Alavez explicó en entrevista que cada año la Ciudad reporta remanentes de aportaciones federales por 3 mil 300 millones de pesos, lo que multiplicado por los tres años que tomará construir la planta de termovalorización, más otros 30 años de operación de la misma, resultan en la friolera de 109 mil millones.

Mientras Aleida Alavez lanzaba esos cuestionamientos a la secretaria de Gobierno, desde las curules que ocupan los diputados del PRD surgían gritos y rechiflas. Exigían a la de Morena que concluyera porque ya se había excedido por más de seis minutos en su tiempo  para preguntar.

Desde ese momento los del PRD ya dejaban ver que tenían como estrategia destituir a Flor Ivonne Morales como presidenta de la Mesa Directiva.

“En reiteradas ocasiones, esta es la segunda ocasión y quiero que observe los minutos, lleva 6 minutos 19. Se está manejando de manera facciosa como Presidenta de la Mesa Directiva y además decirle que es una mujer con gran irresponsabilidad. Por tal motivo, que el porro de Cravioto, que además es el faltista número uno y que de haber sido destituido y que pidió un favor personal al diputado Leonel Luna para no sacarlo de la Asamblea en una negociación en un café en la Comisión de Gobierno porque faltó, le pido de favor, Presidenta, que respete la Ley Orgánica. Si no, vamos a pedir que sea destituida de esta Mesa Directiva”, le advertía a Flor Ivonne Morales el diputado del PRD Mauricio Toledo.

La moción suspensiva

Una vez que concluyó la comparecencia de Patricia Mercado y como parte del orden del día, Flor Ivonne Morales dio cuenta del sorpresivo dictamen y anunció que de acuerdo con el Artículo 126 del Reglamento para el Gobierno Interior de la ALDF se había presentado una moción suspensiva por parte de Morena, a fin de regresar el dictamen a comisiones.

César Cravioto, coordinador de los morenistas, subió a tribuna a argumentar a favor de la moción, pero entonces tocó el turno del diputado del PVEM, Fernando Zarate, quien advirtió que de acuerdo con ese Artículo 126, la moción suspensiva debía presentarse por escrito. Pidió revisar el documento que sustentaba esa petición.

Mauricio Toledo secundó la exigencia del pevemista y acusó que no había una solicitud por escrito, por lo que no era procedente discutir la moción. Fue a partir de ese momento  que todo comenzó a derivar en caos.

César Cravioto pedía la palabra para señalar que, con argumentos leguleyos, el PRD y sus partidos aliados querían solapar la corrupción, pero Leonel Luna, presidente de la Comisión de Gobierno, insistía que no se habían cumplido los requisitos reglamentarios por parte de Morena para presentar la moción.

Flor Ivonne Morales le cedía la palabra a su compañero de partido, Alfonso Suárez del Real, pues según dijo, había sido él quien firmó y entregó al  personal de Servicios Parlamentarios la solicitud de moción.

Entre gritos, Suárez del Real decía que él había entregado el escrito, pero acusaba que se había hecho perdedizo antes de que llegara la Mesa Directiva. Cuando los del PRD le exigían que mostrara el acuse de recibido, el de Morena respondió: “Quieren el acuse, el señor Secretario no da acuse ni siquiera de su acta de nacimiento, el señor Secretario. No, por qué pierde un documento que yo entregué. Esto es lo que se llama una chicana y yo no voy a formar parte de una legislatura chicana, que quede claro y en actas”.

La presidenta de la Mesa, ya rebasada por el conflicto, atinaba a decir que entonces habría que sancionar al personal de Servicios Parlamentarios y anunciaba que daría continuidad al debate. En la zona de curules, Iván Texta, del PRD, y César Cravioto  comenzaban a hacerse de manotazos y a empujarse.

Extraviada entre el cúmulo de diputados que pedían la voz, Flor Ivonne Morales no sabía ya a quien darle la palabra y en su intento por reencausar la sesión le cedió al micrófono a Iván Texta, quien desde su curul y a grito abierto decía que con base al artículo 40 de la Ley Orgánica de la ALDF solicitaba la remoción de la Presidenta de la Mesa Directiva, por violar sistemáticamente la normatividad del órgano legislativo.

Flor Ivonne Morales lo quiso interrumpir; César Cravioto también. “Estoy en el uso de la voz. ¡No importa, grita, grita!. A mí me gusta que griten; a mí me gusta que griten. Échale. ¡Al diablo las instituciones. Al diablo!”, le reviraba Texta a Cravioto.

El caos predominaba y con su nombramiento pendiendo de un hilo, la Presidenta de la Mesa Directiva dijo que decretaba un receso. Un no rotundo surgió de entre las curules del PRD y fue entonces que, con el rostro desencajado, Flor Ivonne Morales decretó que se levantaba la sesión.

Vino entonces la toma de la tribuna, los empujones y manotazos. Pasaban los minutos y no se veía cómo se reencausaría la sesión a fin de aprobar el sorpresivo dictamen sobre la termovalorización. Desde la Mesa, los de Morena se atrincheraban y gritaban consignas como “no a la corrupción” y “reconstrucción”.

Granados, el bateador emergente

Entre el desorden y casi como una luz en el camino de los perredistas, se apareció el consejero jurídico del gobierno capitalino Manuel Granados. El funcionario llevaba aquí varias horas, porque como parte del orden del día también le tocaba comparecer ante el Pleno de la ALDF.

Su presencia no pudo ser más oportuna, pues este servidor público, quien por cierto ya fue diputado y presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa en la pasada legislatura, se convirtió en director de orquesta.

Con el teléfono siempre a la mano, Granados se acercaba de forma intermitente a las curules de los perredistas, les decía que procedía que Rebeca Peralta, en su calidad de vicepresidenta, reanudara la sesión. Así sucedió.

El consejero también orientaba a Luis Sánchez Caballero, asesor de los diputados perredistas, para que aprobaran el nombramiento de una nueva Mesa Directiva.

Con esa asesoría de primer nivel, Rebeca Peralta se apostó en la curul de Leonel Luna y desde ahí reanudó los trabajos. Anunció que se procedería a aprobar el sorpresivo dictamen que provenía de las comisiones unidas, y comenzó la votación nominal entre los gritos y protestas de los morenistas que mantenían tomada la tribuna.

Con 34 votos a favor y cero en contra quedó aprobado el polémico dictamen y entonces se abrió el proceso para remover a Flor Ivonne Morales como presidenta de la Mesa. Con el mismo número de votos la de Morena quedó destituida y en su lugar se designó al pevemista Fernando Zarate. “Espurio, espurio”, le gritaban los del Movimiento de Regeneración Nacional.

La primera acción que tomó Zarate como presidente sustituto de la Mesa Directiva fue al lado del Consejero Jurídico, Manuel Granados. “En virtud de que recibimos 72 horas antes el Informe de Rendición de Cuentas exigidas por ley de parte del Consejero Jurídico de la Ciudad de México, Manuel Granados Covarrubias, y debido a la imposibilidad física como técnica así como la gravedad de las acciones ocurridas en este Pleno, atentando contra la institucionalidad y la democracia de la Ciudad, se tiene por cumplida su comparecencia señor Consejero, ofreciendo una disculpa tanto a usted como a los invitados que atentamente y democráticamente vinieron a llevar a cabo un acto de rendición de cuentas”, dijo el del PVEM.

Granados ya no compareció y se quedó con ganas de hacerlo, según dijo en una entrevista posterior, donde aseguró que la forma de aprobar el polémico dictamen de la discordia era totalmente válida, pues había sido una determinación de la instancia máxima del órgano legislativo: el Pleno.

Así terminaba este caótico día en la ALDF, en donde los del PRD acusaban a los de Morena de tener todo planeado para reventar la sesión. Decían que la preparación y diseño de las mantas no había sido algo fortuito, aunque quizás tampoco lo fue la remoción de Morales, quien apenas cumplía sus primeros siete días como presidenta de la Mesa Directiva.

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