La elección del resto de nuestras vidas

Ciudad de México.- Nunca en nuestra historia, una elección intermedia había sido tan importante para el futuro del país. Lo que está en la boleta es el futuro de la democracia misma. Nos acostumbramos a los gobiernos divididos, donde el presidente de la República no tenía mayoría legislativa. Tal era su normalidad, que ahora sabemos lo que significa no tenerlos y los estropicios que se pueden generar.

La renovación de la Cámara de Diputados a la mitad del mandato presidencial solía ser un trámite que solo emocionaba a los interesados y por ello el porcentaje de participación solía ser bajo. Ahora todo ello será diferente.

Quizá solo la de 1997, cuando por primera vez se eligió a un jefe de Gobierno en la Ciudad de México y por un periodo de tres años, resultó tan interesante el proceso electoral y porque además lo ganó la izquierda, con Cuauhtémoc Cárdenas.

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Desde entonces nos quejábamos de las dificultades de los acuerdos para concretizar reformas y cumplir promesas. En efecto, se tenía que hacer política y negociar. Así tuvieron que trabajar Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

El Poder Legislativo funcionó  en ese equilibrio e impidió cambios radicales y contrarios a la pluralidad. Ahora nos damos cuenta del profundo daño que causan las legislaturas que no cuentan con iniciativa y solo reciben órdenes del Poder Ejecutivo.

Hay que ser claros, sería igual de perniciosa esta situación bajo otro partido en el poder, por ello, como electores, debemos buscar establecer límites para que se propicie el debate público, el estudio y la reflexión sobre los cambios, más aún si lo que está en el tablero implica reformas a la Constitución.

Este 2021 es complejo por diversos motivos. Se trata de una contienda en la que además de la Cámara de Diputados se van a resolver 15 gubernaturas de un jalón, lo que también aumenta el interés en lo local y puede ser un detonante de participación.

Las condiciones de la pandemia del Covid-19 obligan a campañas con distancia y muy enfocadas a las plataformas de comunicación. Las redes sociales serán como los espacios para los mítines masivos que ahora están prohibidos.

Pero lo más relevante es la disputa por San Lázaro. Nadie exagera si señala que el futuro mismo de la democracia es lo que está en juego. En la 4T, y de modo destacado sus dirigentes y legisladores, han sido bastante claros sobre su intención de terminar con cualquier tipo de obstáculo a la restauración del presidencialismo más absoluto.

También han mostrado su incapacidad para deliberar, no escuchando razones y con una vena bastante destructiva.

¿Queremos eso? ¿Es en esa ruta que conseguiremos atender los grandes problemas nacionales? La respuesta implica una toma de posición, pero también una oportunidad para México.

 

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