La crisis del Cutzamala, una oportunidad para crear un protocolo de contingencias hídricas

Ciudad de México.- Hace unas semanas afirmé que para la Capital CDMX, una gran lección de los sismos del 19 de septiembre, de 1985 y 2017, fue la de identificar la necesidad de contar con un protocolo de respuesta rápida y eficiente para dotar de agua a quien lo requiera, en caso de una falla de gran magnitud en la infraestructura hidráulica, dicho protocolo requiere acciones que van más allá de la dotación de agua a través de pipas porque ese mecanismo por si solo es un esquema insuficiente y generador de violencia.

Ya dimos cuenta que como consecuencia de ambos eventos telúricos se dejó de suministrar 7 y 5 mil litros de agua por segundo, respectivamente, ya sea por fugas al fracturarse la red de distribución o por la falta de suministro de energía eléctrica en decenas de pozos de abastecimiento, plantas de bombeo y plantas potabilizadoras.

Los conflictos sociales iniciaron apenas tres días después de que se agotaron los almacenamientos de agua de los tanques de la ciudad, de las cisternas de edificios públicos y privados, así como de los tinacos y pequeñas cisternas de los inmuebles unifamiliares.

Los conflictos se extendieron en la media que las brigadas de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) tardaban en identificar y reparar las fallas, o en la medida en que el abasto de agua a través de carros tanque resultaba insuficiente ante la gran cantidad de solicitudes vía telefónica, correo electrónico, redes sociales y directamente en las garzas en donde cargan las pipas.

El próximo corte del 100% del suministro de agua, proveniente del Sistema Cutzamala, está programado del 31 de octubre al 4 de noviembre, lo que representa una disminución para la CDMX de 9 mil litros de agua por segundo, un volumen mayor al que se dejó de suministrar en 1985 y el año pasado a raíz de los sismos. No se trata de un evento imprevisto sino de una acción programada, como ya ha ocurrido en años anteriores, lo que da oportunidad de poner en practica un protocolo que por primer vez se haga público. 

Magnifica oportunidad de que las cosas salgan bien. Hay que recordar que después del acuífero de la CDMX, el Sistema Cutzamala es nuestra segunda fuente de abastecimiento en orden de importancia, en esta ocasión su mantenimiento implica dejar de operar por completo, lo que impactará en mayor o menor medida a 13 demarcaciones -antes delegaciones-, de ahí la trascendencia de aplicar y dar a conocer el protocolo que se pondrá en marcha. 

Conocemos una versión preliminar del protocolo que se pondrá en practica, es un documento estructurado de manera tal que establece responsabilidades para cada dependencia, antes y durante la contingencia, además de describir los trabajos que se realizarán.

Se instalará un puesto de mando central del 31 de octubre al 7 de noviembre, en donde habrá personal con capacidad de decisión de las dependencias federales, locales y de las alcaldías involucradas. De igual manera habrá un puesto de mando por cada alcaldía afectada, que se coordinará con el puesto de mando central.

La Conagua incrementará un 15% el volumen que se suministra desde el 26 de octubre, de manera que se pueda asegurar la demanda adicional que implicará el que la población adelante actividades programadas que requieran uso de agua y para generar almacenamiento suficiente para satisfacer las necesidades básicas durante los días de mantenimiento. Ese porcentaje adicional también será aplicado del 5 al 9 de noviembre para contribuir a la normalización del suministro.

Se establece que operarán 650 pipas por parte de Conagua, Sacmex, DIF, Cuerpo de Bomberos, Secretaría de Desarrollo Social y cada una de las alcaldías. Destacan las demarcaciones Iztapalapa y Tlalpan en las que van a operar 206 y 156 pipas respectivamente, algo que se ve lógico, toda vez que son las demarcaciones que más padecen de desabasto de agua en condiciones “normales” y porque son las que tardan más en regularizar el suministro cada vez que hay este tipo de paros por mantenimiento.

Las llamadas “garzas” son los puntos en donde cargan las pipas, algunas se encuentran a pie de pozo y otras se suministran de la propia red; generalmente operan 28, pero para fines del operativo “Programa Emergente de Abastecimiento mediante Pipas”, se habilitarán 50 garzas más, para llegar a 78. Desde mi experiencia, es una de las decisiones más adecuada para reducir las grandes filas de carros tanques y el llenado ágil de las mismas. Es lamentable la manera en que se rentan carros tanques para llevarlas a perder el tiempo formadas en interminables filas en sólo 28 puntos de carga.

No es lo optimo, pero me parece que para contingencias aún más fuertes, se debe considerar mecanismos presupuestales preestablecidos para adquirir agua trasportada en pipas, provenientes de otras entidades, que lleguen directamente a entregar el liquido y no que se formen en los sitios de las garzas. En este caso, parece innecesario el mecanismo, pero vale la pena ponderarlo para eventos imprevistos, como los sismos.

Priorizar hospitales, reclusorios, escuelas, asilos y comedores comunitarios es fundamental para hacer frente al reto de normalizar el suministro del agua, sin embargo, se hace necesario que las áreas de participación ciudadana del gobierno de la CDMX y de las alcaldías, así como la Procuraduría Social, realicen trabajo de concertación para establecer mecanismos de llenado previo de las cisternas en las unidades habitacionales y el racionamiento durante la contingencia.

Que la Contraloría General del Gobierno de la CDMX vigile la aplicación del operativo, como lo marca el propio protocolo, es pertinente pero insuficiente, convendría la incorporación de la Comisión de Derechos Humanos, los Diputados de las comisiones vinculadas al tema y los concejales de las alcaldías. No se trata de burocratizar los mecanismos, se trata de asegurar el cumplimiento del derecho humano al agua y evitar conflictos sociales. 

Para evitar la partidización y politización del mecanismo de vigilancia se requiere definir su participación de manera clara y concreta.

El papel de los medios de comunicación es muy importante en el instrumento de atención, porque una ciudadanía bien informada participa de manera responsable. En ese contexto, la coordinación de las áreas de comunicación social de las dependencias involucradas resulta fundamental para que los ciudadanos nos hagamos cargo de lo que nos corresponde: el uso responsable del agua.

La campaña “Almacena el Agua”, “Uso racional del Agua”, la publicidad en andenes del transporte público y de las oficinas de gobiernos, así como los carteles y volantes bien diseñados para distribuir en las colonias afectadas, se vuelven medios de difusión que permiten llegar a la mayor parte de la población.

El reto está ahí, se cuenta con un protocolo y su aplicación está prevista, ahora participemos en la medida de nuestra responsabilidad. Comentaremos el resultado el 12 de noviembre, cuando en teoría habremos regresado a la normalidad.

 

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