Felix Salgado: las gubernaturas salvajes

Ciudad de México.- Félix Salgado Macedonio registró su candidatura al gobierno de Guerrero. Morena buscará el triunfo respaldando a un presunto violador.

Lo más inquietante es que puede ganar la contienda. El escándalo por su conducta en círculos intelectuales y feministas no juega nada en el contexto de un estado violento, que ha tenido gobernantes salvajes y va por uno más.

En Guerrero hay corrientes violentas que se han mantenido con el tiempo, que mezclan los reclamos sociales con los negocios turbios, que abrevan del descontento y lo utilizan.

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Además, por su propia situación histórica, perviven ahí apuestas subversivas, guerrillas que nunca han tenido la fuerza de disputar el poder, pero que se le han enfrentado con regularidad.

Parte del problema de la Escuela Normal de Ayotzinapa tiene que ver con estos enredos y con las dificultades que significan para la gobernabilidad.

Quizá el prototipo del gobernante haya sido el de Rubén Figueroa, quien como senador fue secuestrado por Lucio Cabañas y ya en el gobierno del estado desató una represión a los movimientos sociales que aún es fuente de agravios.

El crimen organizado, por si fuera poco, tiene en las plantaciones de amapola, pero sobre todo en el negocio que recorre las calles de Acapulco, una de sus joyas más preciadas.

El senador con licencia, Salgado Macedonio, conoce el terreno que pisa y tiene muy claro que el respaldo de Morena se mantendrá mientras no se diga otra cosa en Palacio Nacional. El costo será alto, pero consideran que se pueden dar el lujo de asumirlo.

Lo postulan porque pueden, ante un panorama de fuerzas políticas debilitadas y con el PRI desgastado por los años de gobierno.

Pierden de vista dos temas de importancia, el primero es que no ha ganado, porque falta la elección y el segundo, quizá más relevante, es que si lo hace, envenene, de modo definitivo, lo que queda del discurso de izquierda y de protección de derechos en Morena.

 

No será de otra forma. Salgado Macedonio no cambiará. No tiene ningún incentivo para hacerlo. Es más, con violencia y amenazas escaló en posiciones y no habrá quien le diga que su ruta no es la adecuada.

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