Felipe Rodea: aquel viejo oficio

Ciudad de México.- Recuerdo a Felipe Rodea desde la época de El Nacional cuando lo dirigía José Carreño Carlón. Era un momento vertiginoso y de muchos cambios, incluidos los periodísticos, ya que iniciaba la transición a la digitalización de los procesos, las máquinas mecánicas, las Olympia y las Olivetti, vivían sus últimos años.

Las notas se entregaban con varias copias al carbón y quedaban en manos de redactores expertos, de guardianes del lenguaje algo refunfuñones ante errores reporteriles  que habían ya contado por miles.

Por eso resultaba importante el consejo de periodistas con vuelo, mucho o poco, por quienes ya supieran desenvolverse en una redacción, con sus códigos, castas y linajes.

Rodea era uno de ellos. Había cubierto delegaciones y por ello le encargaron la fuente del gobierno de la Ciudad de México, la cobertura del Regente, a la que había que añadir la importancia política que tenía quien comandaba los destinos de la capital del país y era visto, fuera quien fuera,  como aspirante puntual, aunque siempre errático, a la presidencia de la República.

Por esos días yo colaboraba, con un grupo de amigos, en el suplemento Post-900  y frecuentaba las oficinas de Ignacio Mariscal solo los viernes y los sábados.

En La Crónica de Hoy, Rodea se incorporó con el buen humor y la sangre fría que se requiere para los que fundan un diario. Nada es sencillo en esos momentos, pero todo es mágico.

Para el director, Pablo Hiriart y para el subdirector, Francisco Báez, Rodea era viejo conocido, aunque era joven,  y acaso por ello siempre estuvo en tareas periodísticas de largo aliento, en coberturas que requerían de la cotidianidad y del compromiso con un oficio que se prueba día con día.

Rodea siempre estaba. Esa era una de sus principales características. Cumplía las ordenes de trabajo con puntualidad y no repelaba de las locuras y disparates que se generan en los momentos de alta fiebre informativa.

Uno nunca sabe cómo es la vida. Conversé con Rodea en una conferencia en el viejo Ayuntamiento de la Ciudad de México. Había pasado el temblor de 2017 y las medidas de alarma se mantenían. Me lo encontré en algún evento del TEPJF y del INE, durante el proceso electoral de 2018. 

Como siempre, bromeamos sobre conocidos comunes y nos acordamos de los viejos tiempos, de esas ventanas, ahora lo sé, que se abren de tanto en tanto, para que todos nos acompañemos, aunque no lo sepamos de antemano.

Felipe Rodea murió de Covid-19 este viernes.

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