Farsa en la CDMX

Ciudad de México.- En la Ciudad de México los partidos levantan murallas, construyen fosos llenos de sanguijuelas y electrifican cercas para frenar las candidaturas independientes. Con su mezquindad desnudan el discurso gubernamental y enlodan una Constitución nonata. 

Miguel Ángel Mancera elogia constantemente la participación ciudadana y Cuauhtémoc Cárdenas, un demócrata calado, se encarga de los asuntos internacionales de la ciudad y establece acuerdos con ciudades francesas y latinoamericanas para promover la cultura de la inclusión. Como parte de este programa la Unión Europea financió el folleto “Acción internacional para una ciudad incluyente” en donde el gobierno capitalino señala con flamígero dedo las “barreras reales y simbólicas” a la participación ciudadana. Sus palabras son huecas.

Quien quiera competir fuera de un partido debe crear una Asociación Civil, inscribirla en el Registro Público de la Propiedad, obtener un Registro Federal de Causantes y luego sumergirse en la pesadilla de abrir una cuenta de banco (banqueros que consulté me dicen que las Asociaciones Civiles son consideradas de alto riesgo porque han sido utilizadas por el crimen organizado para blanquear dinero). Los aspirantes han tenido ¡26 días! para superar esos obstáculos.

Quienes logren cubrir esos trámites presentarán su solicitud al Instituto Nacional Electoral (INE) que se tomará cinco días para aprobarlos y autorizar que el 1ro. de marzo empiecen a recolectar 73,792 firmas, es 1% de la lista nominal del padrón de la ¡capital! El despropósito se advierte porque en 2015 hubo asambleístas que ganaron su curul con menos de 18 mil votos. Para complicar el esfuerzo, los partidos y el INE pusieron un candado de pilón: anexar fotografía de la credencial de elector.

Hay ciudadanos que lo intentan; entre ellos el Colectivo Independiente (entre sus integrantes están Luis González Plascencia, Mónica Tapia y Josefina McGregor). Cabildearon al INE quien se compadeció de ellos y les hizo dos concesiones: un mismo ciudadano puede apoyar a cinco fórmulas (un titular y suplente) y la firma puede transmitirse de manera electrónica. Difícil pero no imposible que diez personas (cinco titulares y cinco suplentes) junten las 73,792 firmas.

Los partidos se escandalizaron por semejante osadía. El PAN, el PRD y ¡Morena! Presentaron una queja formal ante el Tribunal Electoral argumentando que si un ciudadano apoya a cinco fórmulas simultáneamente causa “un agravio y un severo perjuicio” para los partidos, “genera inequidad en la contienda” y “atenta contra la esencia misma del sistema democrático”. ¡Cínicos! El asunto ahora está en el Tribunal Electoral que decidirá el rumbo.

Los habitantes de la Ciudad de México hemos sido determinantes en la transición democrática. La sociedad engendró y sostuvo el movimiento de los médicos de 1964-1965, las protestas estudiantiles de 1968, las brigadas de rescate después del temblor de 1985, las marchas contra las irregularidades electorales de 1988 y 2006 y las exigencias de respeto al voto, entre muchas otras causas. Por lo común, los partidos tuvieron un papel secundario. Les guste o no, la columna vertebral de la transición hemos sido los ciudadanos.

En su primer informe Miguel Ángel Mancera aseguró que la Ciudad de México es “un referente de los derechos sociales y civiles a nivel nacional e internacional”. Falso. Los partidos y gobiernos quieren obligarnos a participar en asuntos públicos desde los partidos. Ni entienden, ni toleran, ni aceptan que una franja civil importante desea involucrarse en asuntos de la ciudad desde la autonomía. Se niegan a reconocer que no confíamos en los partidos ni nos gustan sus usos, modos y costumbres.

Reaccionan excluyéndonos lo que se confirma con ciudades de otros países. En Francia fijan los mismos requisitos a los candidatos independientes y a los de partido. En Chile piden el 0.5% de los sufragios emitidos en la elección previa lo que significa que un candidato independiente de la Comuna de Santiago sólo necesite 435 firmas. Dejan que la ciudadanía seleccione a sus aspirantes.

Los independientes no son la píldora curalotodo; los partidos tampoco. Ante los gigantescos problemas que aquejan a nuestro país los partidos deberían estar construyendo puentes en lugar de murallas, fosos y alambradas. Por este tipo de barreras la elección para el Constituyente es una farsa escenificada por partidos que han perdido toda noción de decoro democrático.

Comentarios: www.sergioaguayo.org

Colaboró Maura Roldán Álvarez.

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