Expresión y manifestación: derechos de libertad

Ciudad de México.- Frente a la estigmatización y el odio que se promueve desde el poder presidencial, 650 pensadores representativos de todas las tendencias ideológicas y culturales que definen al pluralismo existente en la sociedad mexicana, nos manifestamos decididamente en defensa de la libertad de expresión.

Le recordamos a López Obrador que la libertad define la situación y las circunstancias de quien no es esclavo, ni sujeto, ni puede ser impedido de forma coercitiva.

Que en nuestro país la libertad de pensamiento palidece de muchas formas: por medio de las mentiras y del abuso mediático que promueven las conferencias mañaneras, por las censuras directas y las decisiones burocráticas que pretenden cancelar el derecho a la libre información o la violencia mediática que cotidianamente se ejerce contra los opositores, por la impunidad prevaleciente en los crímenes cometidos contra los comunicadores, sin faltar el hostigamiento digital que promueven sus encargados de prensa contra quienes osan externar su disenso público al poder y, la peor de todas, por la auto-censura que impone el miedo servil.

Las libertades son condiciones sine qua non del desarrollo democrático. Thomas Hobbes afirmaba que la libertad es aquella parte del derecho natural que es otorgada a los ciudadanos en cuanto no está limitada por las leyes civiles, mientras que Montesquieu sostenía que la libertad es el derecho a hacer todo aquello que las leyes permiten.

Por su parte, Rousseau postuló que la obediencia a la ley que nos hemos prescrito es la libertad, en tanto que Norberto Bobbio sostenía que la historia es el producto de la libertad humana. En todos los casos, las libertades civiles se presentan como ausencia de impedimento y constricción.

A los obstáculos que afectan la libertad de expresión ahora se suman las limitaciones a la libertad de manifestación como temas que vulneran nuestro Estado de Derecho.

Diversas organizaciones de la sociedad civil han documentado recurrentes agravios contra agrupaciones ciudadanas opositoras que van desde amenazas e intimidaciones policíacas, hasta la vigilancia de sus domicilios.

Los amagos, la intervención telefónica, los allanamientos y la abierta represión contra los manifestantes están a la orden del día.

Llama poderosamente la atención que la mayoría de estas acciones nunca son esclarecidas del todo.

Los niveles de hostigamiento abarcan desde la abierta desinformación generada por las dependencias gubernamentales hasta la estigmatización de quienes manifiestan su oposición a un gobierno que siente amenazado su poder por quienes cuestionan sus limitaciones e incompetencias.

Se pretende aplastar el disenso, ante lo cual el pensamiento libre exalta sus instrumentos de acción que son la razón y la desobediencia civil buscando combatir la parcialidad, la falsificación, pero sobre todo, la intolerancia.

Definir la libertad es complicado, sin embargo, nada es más fácil, que identificarla, saber cuando está presente o ausente, si es genuina o un simulacro, si gozamos de ella o si ha sido confiscada.

Es difícil encontrar un término con tantos significados, un concepto tan defendido y ofendido, amado y despreciado, tan creativo y destructivo, acusado y perseguido como la palabra libertad.

A pesar de todo, ella ha permitido la consolidación del sistema de gobierno democrático y participativo como modelo superior de organización política.

No existe una libertad perdida para siempre, ni una libertad conquistada para siempre, sino que la historia es un entramado de libertad y opresión, de nuevas libertades y de nuevas opresiones. Por ello es una tarea permanente defender a la libertad de sus enemigos.

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