Evaluación ética de la política

Ciudad de México.- Este martes se cumplieron 14 años de la desaparición del profesor Norberto Bobbio, docente de filosofía del derecho y de la política durante varias décadas, quien fue además, un prolífico intelectual cuya obra aborda los problemas más relevantes del moderno orden democrático. Su reflexión, muy influyente en América Latina, alcanza un abanico de temáticas que son preocupación de nuestro tiempo y que van desde la relación entre la política y la cultura hasta el vínculo existente entre igualdad y libertad; desde el papel que desempeñan los derechos humanos como conquista civilizatoria de la democracia hasta los problemas derivados de la guerra y la paz.

Con una perspectiva crítica, el maestro aborda la relación entre Estado, gobierno y sociedad, así como los orígenes y fundamentos del poder político. Su legado comprende una rigurosa sistematización de los temas y problemas más frecuentes en la historia de las doctrinas e instituciones políticas.

Norberto Bobbio, un pensador antidogmático por excelencia, puede ser considerado un filósofo militante que combate los prejuicios de cualquier tipo. Considera que la democracia debe orientarse a producir una síntesis entre los derechos de libertad y los derechos de justicia para el ciudadano. Identifica los fines y valores que caracterizan la moderna convivencia civil y establece las premisas necesarias para la urgente evaluación ética de la política que periódicamente requiere la democracia, sobre todo en momentos de crisis, dado que sus instituciones, reglas del juego y tipo de decisiones colectivas adoptadas, tienen efectos directos sobre los derechos sociales y políticos de las personas. Dicho de otro modo, sobre las oportunidades vitales y sobre la calidad de vida de enormes grupos de la población.

Se refiere al déficit de la política y a la crisis de valores que afectan a la democracia contemporánea. Afirma que la ética y la política rara vez se encuentran, porque el héroe de la vida moral es el santo, quien sufre el martirio para salvar el principio del bien, mientras que el héroe político es el individuo de la historia universal de Hegel, es el jefe carismático estudiado por Max Weber o el gobernante responsable que salva (o cree salvar) a su propio pueblo, incluso al precio de una ­inaudita crueldad, como sostiene Maquiavelo, y de aquí la distinción entre lo que es moralmente lícito y lo que es moralmente ilícito en política. Pareciera, sostiene Bobbio, que existe una distinción entre el político y el ciudadano, es decir, que la política obedece a un código de reglas distinto y, en algunos aspectos, incompatible con el código de reglas que rige la conducta moral de los ciudadanos. Es la clásica distinción entre buena y mala política que se desarrolla en el interés de todos o de unos cuantos.

La democracia va de la política a la sociedad. Es la que hace participar a los ciudadanos, consolida la cultura de la legalidad y lleva a cabo una construcción social del estado de derecho. Bobbio visitó México en 1963 con motivo del XIII Congreso Internacional de Filosofía organizado por la UNAM, desde entonces, sus ideas están presentes entre nosotros porque su diagnóstico merece que se le preste atención como a una aguja que apunta en la dirección correcta.

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