Ciudad de México.- El discurso del nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, debería ser escuchado con atención en Palacio Nacional.
Hay un claro llamado a la unidad, como la única manera de solucionar los problemas que enfrenta ese país.
“Tenemos que terminar con esta guerra civil que pone el rojo contra el azul, republicanos contra demócratas, conservadores contra liberales”, dijo en su toma de posesión.
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Aquí en México, y desde el centro del poder, el presidente Andrés Manuel López Obrador hace todo lo contrario. Divide a las y los mexicanos. Enfrenta a quienes ubica como “liberales” y “conservadores”; como “fifis” y “pueblo bueno”.
También el presidente de Estados Unidos sostuvo: “Podemos vernos no como adversarios, sino como vecinos, tratarnos con respeto y bajar la temperatura”. Tampoco sucede eso en nuestro país.
Todos los días las ofensas, las calumnias y la difamación salen de la boca de quien debería trabajar por la unidad de todas y todos los mexicanos. Todos los días ataca a quienes ve como sus “adversarios”.
“Sin unidad no hay paz, solo furia y amargura. No hay progreso, solo caos”, subrayó Biden. Este es otro mensaje que debería leerse minuciosamente en Palacio Nacional. En México no hay unidad, todo lo contario hay división fomentada por López Obrador.
“El desacuerdo no nos puede llevar a la desunión”, expuso el presidente estadounidense. Nuevamente, aquí, quien está en desacuerdo, es llamado corrupto y es visto como enemigo: medios de comunicación, periodistas, analistas, opositores, sociedad civil.
Y una frase más de quien es el presidente del país más poderoso del mundo: “Yo seré el presidente de todos. Lucharé por aquellos que sí me respaldaron y los que no”.Un mensaje más que debería tener presente el presidente López Obrador, quien solo gobierna para sus seguidores y enfrenta a quienes están en desacuerdo con su gobierno.
La mejor manera de enfrentar los problemas es en unidad. El presidente López Obrador tiene todavía la oportunidad de cohesionar a las y los mexicanos.
Lamentablemente es difícil que un personaje que quiere ser el centro de atención y que está permanentemente en campaña, tenga la visión de Estado para hacerlo.
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