En 1988 el país entero estaba en una casilla

Ciudad de México.- Todavía recuerdo, la emoción y el impacto, del triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en la casilla ubicada en el Barrio del Niño Jesús en Coyoacán en 1988. Representaba yo al Partido Mexicano Socialista (PMS). Era, además, la primera ocasión en que votaba, porque tres años antes vivía en Barcelona y no pude registrarme en el consulado con la oportunidad debida, además de que era una excentricidad el ejercer el voto desde el extranjero, cuando se sabía de antemano quién ganaría.

Pero 1988 ya se configuraba como algo distinto. Semanas antes, nuestro candidato presidencial, Heberto Castillo, había declinado a favor de quien abanderaba el Frente Democrático Nacional, en el que convergían los integrantes de las corrientes progresistas del PRI y en particular la fundada por el propio candidato junto con Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo.

La jornada resultó bastante tranquila. Los vecinos acudieron a las urnas sin incidentes mayores, pero sí en cantidades poco usuales, decían los veteranos, representantes del PARM o del PPS, que eran nuestros aliados. Esto resultaba extraño, porque hasta meses antes de las postulaciones, habían fungido como decididos satélites del priismo. En política nada es para siempre.

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A la hora del conteo en la casilla iniciaron las sorpresas, sobre todo porque en esa pequeña sección electoral la pelea fue entre el propio Cárdenas y Manuel Clouthier, el candidato del PAN, seguido de cerca por Carlos Salinas, quien contendía por el PRI.

Tres veces recontaron los escrutadores para cerciorarse de algo insólito, hasta esa noche: Cuauhtémoc Cárdenas era el candidato con mayor cantidad de votos y así quedó asentado en el acta respectiva.

Horas después, ya en el Centro de Estudios Socialistas, me enteré que mi casilla no era una peculiaridad, sino que se repetía en varios puntos de la Ciudad de México y del país. Esa noche pensé que el PRI estaba derrotado y que el hijo del general Cárdenas sería presidente de la República. No fue así.

Las lecciones de aquellas horas han resultado importantes con el paso del tiempo. Lo primero es que hay que distinguir lo que uno vive de lo que en realidad pasa a nivel general. Solemos confundir lo uno con lo otro, y por eso vienen las frustraciones o las malas decisiones. Las elecciones, sus triunfos y derrotas se deben a múltiples variables, donde la operación política es fundamental.

Pero 1988 sí significó un triunfo para la izquierda, y en particular para el PMS, porque se constató que llegar al poder era posible, si se dejaban atrás las posiciones sectarias.

Después de aquella jornada todo cambió, nacería el PRD, lo que significaría positivos y negativos, como suele ocurrir en política. Años después, Cárdenas sería elegido Jefe de Gobierno del Distrito Federal, el primero en serlo por la vía democrática.

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