El obispo Onésimo y su plato de lentejas

Ciudad de México.- En una mezcla de picardía y oportunismo, el partido Fuerza por México, decidió postular al obispo emérito de Ecatepec, Onésimo Cepeda, como candidato a una diputación.

La Constitución establece la prohibición para los ministros de culto de ser votados y en la Ley de Asociaciones Religiosas está reglamentado de modo preciso. Es decir, no hay espacio para la duda.

Monseñor Cepeda está registrado como ministro de culto en la Secretaría de Gobernación y él mismo señaló que no ha renunciado a su calidad de sacerdote, porque ello sería como “cambiar mi progenitura por un plato de lentejas”. Cree firmemente que como obispo tiene garantizado un lugar en el cielo, algo que se torna dudoso para los legisladores.  

Su postulación no tiene pies ni cabeza. El propio derecho canónico estipula que “les está prohibido a los clérigos aceptar aquellos cargos públicos que llevan consigo participación en el ejercicio de la potestad civil”.

La propia Conferencia del Episcopado (CEM) emitió un comunicado en el que recuerda que no se puede participar en actividades políticas y especifica que monseñor Cepeda no ha perdido permiso alguno respecto a su situación religiosa.

El documento de la CEM es un deslinde puntual del asunto y refleja con claridad que la Iglesia Católica no está dispuesta a que la utilicen de esa forma y mucho menos a meterse en una guerra de dimes y diretes en un momento de tanta polarización.

Es probable que en Fuerza por México supieran lo anterior, que conocieran que tienen a toda la legalidad en contra, pero hayan calculado que la publicidad que generaría el disparate les pudiera  convenir en el arranque de la campaña. Después de todo, ellos pretendieron postular a un obispo jubilado y serían las autoridades, en el INE y el Tribunal Electoral,  quienes se los prohiban.

Esto ya no ocurrirá, porque el propio Obispo emérito rectificó y se desistió de su aspiración política. Así se lo dijo a Carlos Marín en entrevista en El Asalto a la Razón, en Milenio. 

El tema de fondo, sin embargo, es como se debilita el respeto al estado laico. También es sintomático que este tipo de situaciones o de apuestas provengan de partidos y grupos cercanos a la 4T.

Hay que tener presente que los ministros de culto tienen el derecho de ejercer el voto, pero no el de ser votados. Es esta, una premisa fundamental y uno de los cimientos de nuestro estado laico.

La participación electoral de los ministros de culto es una puerta que no hay que abrir y que no le conviene ni siquiera a las propias iglesias, ya que ello las sometería a presiones innecesarias.  

Monseñor Cepeda, mientras tanto, seguro se divirtió con un nuevo episodio en su extensa y variada biografía, la que condensa sus actividades en la Bolsa de Valores, su afición por los toros, su ministerio religioso en Ecatepec y su amistad con los personajes más variados de la élite mexicana.

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