El lodo que viene

Ciudad de México.- Las elecciones de junio serán una confrontación sin precedente entre el titular del Ejecutivo y los partidos de oposición.

Al presidente Andrés Manuel López Obrador no le importa violar la Constitución y arremete, desde su conferencia matutina, en contra de la alianza opositora.

Con un Instituto Nacional Electoral temeroso a las amenazas de Palacio Nacional y un Tribunal Electoral arrodillado a los deseos presidenciales, no hay garantía de un proceso democrático. 

El gobierno y Morena tienen todo a su favor, incluidos los programas sociales utilizados de manera clientelar y, ahora, las vacunas contra la Covid. También a la Unidad de Inteligencia Financiera para intimidar a sus adversarios.

Serán meses de una guerra de lodo. El Presidente y su partido –Morena—no escatimarán en utilizar todos los recursos del Estado para mantener la mayoría en la Cámara de Diputados. 

Los partidos de oposición también se dedicarán a la descalificación. Sin embargo, siguen sin entender que su adversario no es López Obrador, sino Morena.

El Presidente tiene alta aceptación y atacarlo es darle argumentos para que les responda desde la conferencia matutina.

La democracia mexicana va en retroceso. Lo que había avanzado se pierde con un Presidente metido de lleno en el proceso electoral, sin ninguna intención de mantenerse imparcial y con autoridades electorales debilitadas.

Cuando el PAN, PRI y PRD decidieron coaligarse para intentar frenar a Morena, el tabasqueño dijo que esa alianza tiene como propósito interferir en la elaboración del presupuesto para “quitarles el dinero a los pobres”.

Para el mandatario todo se resume a pesos y centavos. Pero es mucho más que eso. Una mayoría opositora frenaría las ocurrencias presidenciales y las de los legisladores que solo obedecen sus instrucciones, como la ley que busca vulnerar la autonomía del Banco de México.

Habrá guerra sucia de alta intensidad. Los candidatos ofrecerán lo mismo de siempre y no cumplirán absolutamente nada.

En Palacio Nacional y en la sede de los partidos preparan todo el arsenal para ganar, como sea, las elecciones de junio. 

No importan las formas, ni la gente, solo pasar por encima de sus adversarios y ganar posiciones para sus intereses de grupo.

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