El desprecio por la democracia

Ciudad de México.- El gobierno y su partido, Morena, tienen una extraña manera de concebir la democracia. Apenas el martes el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, firmó el Acuerdo Nacional por la Democracia. Una pantomima, no tardaron ni 48 horas en violarlo.

Primero fue el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, quien al salir de Palacio Nacional regresó a su entidad. Dio una conferencia de prensa en donde denostó al candidato del PES, Jorge Hank Rhon.

Dijo que tiene cara de “loco”. Puso dos fotografías en los monitores en los que se apoya. Una de Hank Rhon y otra del propio Bonilla. Preguntó: “¿quién tiene más cara de loco?” y lanzó una encuesta. 

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Esta terminó 70 por ciento Hank y 30 Bonilla. El gobernador, en una clara agresión a un candidato de un partido distinto a Morena y en flagrante intromisión en el proceso electoral, sostuvo que así será el resultado del 6 de junio, pero al revés: 70 por ciento Morena.

Ayer, en Campeche, fue el propio López Obrador quien ignoró el acuerdo al que él convocó. 

Cuestionado sobre los lineamientos del Instituto Nacional Electoral (INE) que buscan evitar la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados, respondió: “Existe una estrategia política en contra nuestra para que el movimiento de transformación no tenga mayoría en la Cámara de Diputados”.

Obvio, la oposición en todo el mundo diseña estrategias para ganar elecciones. El mejor ejemplo es el propio López Obrador, quien estuvo 18 años en campaña.

Confió en que el INE “no se escriba en la estrategia contra su movimiento”. Pero, aunque el árbitro electoral actúe en el marco de la ley, lo ataca, en particular al consejero presidente Lorenzo Córdova.

El Presidente, de ser un verdadero demócrata, se abstendría de entrometerse en las elecciones, pero sufre de incontinencia verbal. 

De nada sirve el incoloro Acuerdo Nacional por la Democracia. A López Obrador y a su partido les da urticaria la democracia.

El mandatario desprecia todo lo que salga de su control, pero principalmente la ley. Solo le sirve cuando se ajusta a sus deseos y si no es así, sus diputados y senadores se muestran solícitos a cambiarla.

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