El Zócalo deja de ser un búnker en el primer día del Presidente y AMLO pronuncia su discurso más largo

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Alberto Cuenca Reportero en Capital CDMX

Ciudad de México.-Han pasado cinco meses desde que Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones y,  como aquel 1 de julio, este 1 de diciembre hizo suyo el Zócalo capitalino, pero ahora ya con la banda presidencial en el pecho y también con un bastón de mando que le otorgaron representantes de comunidades indígenas en un ritual de purificación.   

Como no hubiera sido posible en toda la historia del Mexico neoliberal, el presidente del país salió hoy, en el primer día de su administración, a la principal plaza pública de la República a encabezar una celebración cultural con miles de personas que se congregaron en el primer cuadro de la Ciudad.

Frente a la Catedral, en un escenario adornado con un telón elaborado con hojas de mazorca de maíz seca llamado totomoxtle, entre inciensos y rituales indígenas, el primer día de este gobierno ya deja una marca distinta en la historia.

Lejos quedó el Zócalo bloqueado por vallas, déspotas integrantes del Estado Mayor Presidencial e intimidantes granaderos. Hoy la Plaza de la Constitución no fue más un búnker, sino un lugar para la verbena.

Ni una nube apareció en el cielo de la Ciudad de México. Bajo un sol radiante, miles esperaron por horas a que el nuevo titular del Poder Ejecutivo federal saliera por la puerta norte del Palacio Nacional.

Una gran ovación surgió de entre el público poco después de las 5 de la tarde, pues en las dos pantallas gigantes colocadas a los lados del escenarios apareció la imagen del presidente caminando ya por la plancha del Zócalo rumbo al templete.

De inmediato tuvo lugar la ceremonia de entrega del bastón de mando. Fue ese un momento de reivindicación a los pueblos indígenas de México como no lo había hecho ningún titular del Poder Ejecutivo federal, y menos en su primer día de gobierno.

Apenas subió al escenario, junto con su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, indígenas los rodearon y con el humo del incienso comenzaron a sahumar a la pareja presidencial.

López Obrador se hincó con ellos, también levantó la mano derecha y volteó hacia los cuatro puntos cardinales; repitió la reverencia mirando hacia la tierra y el cielo. Saludó a los abuelos guardianes que cuidan los rumbos del universo, también a Tonanzin -la madre tierra-, así como a la reina y corazón del cielo. Junto con él lo hicieron por igual los miles de asistentes en la Plaza de la Constitución.

Además del bastón de mando, que elaboraron habitantes de Ayutla de los Libres, Guerrero, los indígenas lo colmaron de objetos sacralizados para liberarlo de las malas energías, y él, hincado, recibió un crucifijo blanco de manos de un indígena que también de rodillas lloraba ante él. Los miles ovacionaron ese gesto del presidente de la República.

Ni un trago de agua

Sin soltar su bastón de mando, el presidente de México pronunció un larguísimo discurso, el más extenso en toda su trayectoria como político. Ni cuándo ocurrió el desafuero había hablado de forma tan extensa en una misma tribuna.

El de hoy en la mañana en la Cámara de Diputados y durante su toma de protesta, había sido el discurso más largo del tabasqueño. Pero esta tarde-noche en el Zócalo de la Ciudad el presidente de la República habló durante una hora con treinta y tres minutos.

Entre risas hizo una pausa casi al inicio, para decir que iba a leer un documento de 100 compromisos y que apenas llevaba 25. Les preguntó a quienes lo escuchaban si estaban dispuestos a aguantar. Un unísono “sí” retumbó en la Plaza de la Constitución.

Así, sin tomar un trago de agua, López Obrador habló de todo lo que dijo en campaña y durante la transición.

A la hora con 26 minutos del discurso dijo que ya había terminado con los 100 puntos, pero faltaba aún la conclusión.

Anunció que cada año dará aquí un informe de labores, luego de acudir a la Cámara de Diputados. Con la gente, en la plancha del Zócalo, dijo que repasará uno a uno esos 100 compromisos para ver qué tanto se ha avanzado.

El nuevo día del presidente, el de la época morenista, pinta para ser lo que hoy tuvo lugar.

En la recta final de su mensaje López Obrador pidió a la gente que no lo dejen solo, “porque sin ustedes no valgo nada o casi nada. Yo ya no me pertenezco, yo soy de ustedes, del pueblo de México. Sin ustedes los conservadores me avasallarían; con ustedes me van a hacer lo que el viento a Juárez,  (por eso) primero muerto que traicionarles”, dijo.

La respuesta fue un “¡no estás solo!”, de quienes aguantaron esa hora y media de palabras y que con él entonaron el himno nacional.

Con su bastón de mando, el presidente se retiró rumbo a Palacio Nacional, en donde despachará a partir de mañana y de lunes a domingo desde las 6:00 horas.

 

 

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