El INE mañoso

Ciudad de México.- El Instituto Nacional Electoral (INE) es incongruente. Promueve en sus spots una cultura del diálogo que no practica.

En abril, casi 140 mil ciudadanos (semanas después ya son 162 mil) presentamos al INE la petición de quitarle el registro al Partido Verde Ecologista. El 12 de agosto siete consejeros rechazaron la petición sin haberla sometido al debate público que ameritaba. Cuatro de ellos afines al PRI y encabezados por Marco Antonio Baños simplemente guardaron silencio. Sorprende la actitud de los tres restantes, Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y Benito Nacif. Son académicos bien formados y en los claustros universitarios se exige fundamentar lo escrito y defenderlo públicamente.

De entrada, la petición disgustó a Córdova quien aclaró que el INE no se conducía con “la estridencia de la tribuna». Después vino el silencio hasta que el miércoles pasado los siete consejeros dejaron ir en paz al tucán. Después de dicha sesión Córdova y Murayama han escrito columnas justificándose y Córdova ha participado en un programa de Televisión con Leo Zuckerman y en el noticiero de Leonardo Curzio. En tanto que Benito Nacif no consideró necesario añadir algo más a lo expresado en la sesión de Consejo y dedicó una columna al INE y el robo de identidades.

Si analizamos lo dicho y escrito por los tres académicos encontramos las mismas tesis. El Verde es un partido indefendible y tramposo que violó la ley de manera sistemática. Sin embargo, ellos cumplieron imponiéndole multas (que el Tribunal luego desecha). Finalmente, se esmeraron en demostrar que la conducta Verde no es tan grave como parece. Siempre incluyeron, al principio o al final, la tesis Woldenberg. En abril de 2003 José Woldenberg era presidente del IFE y el Consejo General discutía quitar el registro a otro partido de corruptos, el de la Sociedad Nacionalista. Woldenberg sostuvo que en un régimen plural, de libertades y democracia, sólo los ciudadanos, con sus votos, pueden decretar la muerte de un partido. Defendió lo mismo en un par de columnas de abril de este año.

Es antidemocrática la falta de una discusión pública. Entre abril y agosto Córdova jamás promovió algún encuentro con algunos de los peticionarios; en particular con Alfredo Figueroa, ex consejero del IFE y con Eduardo Huchim, ex consejero del Instituto Electoral del Distrito Federal. Mucho menos pensó en armar un foro público de especialistas como sí hizo el IFE en 2009 para discutir el tema del voto nulo. Durante este tiempo su actitud de facto ha sido menospreciar a los peticionarios.

La tesis Woldenberg es discutible. Es falso como asegura Ciro Murayama que “la desaparición o prohibición de partidos políticos, se suele presentar en sistemas democráticos en retroceso, o de plano, en sistemas autoritarios”. En Francia han quitado el registro a partidos que no respetan los principios de la democracia. Alemania también lo ha hecho con organizaciones que tienen una estructura y funcionamiento internos no democráticos. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) sostuvo en 2001 que “como mecanismo excepcional de defensa de la democracia, se puede prohibir y disolver un partido que ponga a aquella en peligro”.

Faltó que revisaran la esencia del Verde. Los tres consejeros académicos y Woldenberg le dan el trato de un partido. Es una premisa que repiten sin demostrar. ¿Estamos ante un partido o un negocio de corruptos y farsantes?, ¿qué tanto contribuye a la democracia que sean los prestanombres de dos televisoras que se benefician de una “telebancada” en el Congreso?, ¿por qué ninguna organización ambientalista seria se siente representada por el Verde?, ¿en dónde están sus militantes?

Resulta grotesco que, salvo una que otra declaración y un par de ridículos desplegados, los dirigentes del Verde hayan guardado un hermético silencio en esta discusión. Estaba en juego su registro y consideraron innecesario defender ante la ciudadanía su caso. ¿Para que perdían el tiempo? Lo suyo es violar leyes, comprar votos y hacer negocios. Su defensa, además, estaba a cargo del PRI, de siete consejeros –tres de los cuales son sofisticados doctores– y su última línea de defensa es el servicial Tribunal Electoral.

Es incongruente que en el INE hablen de democracia cuando se niegan a confrontar sus ideas sobre temas tan delicados. Se han comportado de manera autoritaria y cuando ello viene del árbitro electoral es una grave amenaza a la cultura democrática. En suma, los siete han sido opacos, timoratos, parciales y mañosos.

 

Comentarios: www.sergioaguayo.org

 

Colaboró Maura Álvarez Roldán

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