El Chapo y Emma: cuando los narcos hablan

Ciudad de México.- Cuando Joaquín “El Chapo” Guzmán fue detenido en 1993, soltó la sopa y señaló a varios de sus cómplices dentro de la entonces PGR. Lo hizo mientras era trasladado, en un avión de la fuerza aérea, desde Tapachula, en Chiapas, a Toluca en el Estado de México.

La declaración, sin embargo, solo tuvo el valor de indicio, porque entre los viajeros no se encontraba ningún ministerio público, aunque si dos generales: Jorge Carrillo Olea y Guillermo Álvarez Nahara y los integrantes de un pelotón de paracaidistas que tenían la misión de llevar con vida al detenido al penal de máxima seguridad de Almoloya.

Ya en prisión, El Chapo fue amenazado y no quiso ratificar sus dichos, aunque por instrucciones del procurador Jorge Carpizo se intentó atrapar a quienes brindaban protección al líder del cártel de Sinaloa.

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A esta historia nos referimos Carpizo y quien esto escribe en el libro Asesinato de un Cardenal (Aguilar 2002) y luego ha sido retomada en diversos reportajes y análisis.

La frustración de los buenos fiscales y policías suele ser grande en estos casos, porque se rompe un eslabón que luego es difícil de volver a incrustar en los complejos expedientes que suelen alimentar los procesos por narcotráfico.

Por eso hay que ser cautos respecto a lo que pueden arrojar los testimonios de los personajes que caen en prisión y que negocian para obtener beneficios.

Emma Coronel, la esposa de El Chapo Guzmán, estará en esa disyuntiva: la de ofrecer información a cambio de no pasar demasiados años en prisión y de garantizar su vida.

Hay versiones de que se entregó y si así fuera, daría cuenta de que ya existían presiones en su contra, producto, tal vez, de las propias guerras internas entre los diversos clanes del cártel.

Sería ingenuo, sin embargo, el esperar grandes revelaciones y que además impacten más allá de las estructuras de la propia organización criminal y de sus redes de protección más próximas.

Coronel puede dar elementos que ayuden a golpes futuros en la agrupación que comandó su marido, aunque es poco probable que conozca a los encargados y responsables del negocio en estos momentos.

Las estructuras criminales sobreviven porque la toma de decisiones suele ser filtrada entre distintos jefes y en donde la compartimentación es vital. Esto es, nadie tiene toda la película.

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