El 2006: el fraude que no fue

Ciudad de México.- En la recta final de su mandato, Vicente Fox estaba convencido de que el mejor candidato con que contaba el PAN era Santiago Creel, su secretario de Gobernación.

Evaluó mal el significado y alcance de las aspiraciones de Felipe Calderón, quien inclusive había tenido que renunciar a la secretaría de Energía por un “destape” prematuro en su favor, operado por el entonces gobernador de  Jalisco, Francisco Ramírez Acuña.

Si algo tiene Calderón, es que sabe trabajar desde abajo y remontar corrientes contrarias, ese es el sigo de su biografía y fue lo que al final definió la elección del 2006.

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Conocedor de los panistas y sus corrientes, se impuso a Creel y trastocó los planes de propios y extraños. 

Para quienes seguimos el proceso electoral de cerca –trabajaba en Milenio–, aquella contienda estuvo plagada de sorpresas y por ello los análisis, bajo premisas del pasado, no funcionaron para explicar lo que ocurría y mucho menos lo que ocurriría.

Andrés Manuel López Obrador inició como puntero, debido a que los ataques en su contra y el proceso de desafuero lo fortalecieron. Supo establecer el relato de que representaba a los intereses del pueblo, frente a las mafias que no querían que gobernara la izquierda.

Uno de sus errores, quizá definitivo consistió en buscar enemigos que no tenía y romper acuerdos que mantuvo durante su periodo de Jefe de Gobierno.

Calderón, en cambio, aprovechó su condición de candidato disidente dentro del foxismo y sedujo a sectores espantados ante la posibilidad de la llegada de grupos radicales al poder.

Por ello, el día de la elección existía una incertidumbre alta sobre lo que podía ocurrir y ocurrió.

Supongo que en todas las redacciones ocurrió un fenómeno similar ante el pasmo que generaba no tener una idea cierta sobre el triunfador de la contienda. Por la noche, ya tarde, Carlos Ugalde, el presidente del INE, declararía que los márgenes eran muy estrechos para poder cantar la victoria de los dos candidatos punteros: Calderón y López Obrador.

Había una rendija: en el PREP, Calderón contaba con una ligera ventaja.

La historia es conocida. El PAN ganó y López Obrador nunca aceptó los resultados. Las denuncias de fraude no fueron acompañadas de pruebas y el Tribunal Electoral validó la contienda.

Un par de meses después, conversé con el presidente electo, Felipe Calderón, en las oficinas que tenía en Insurgentes Sur, cerca de la Plaza de Toros México.

En la calle, frente a la puerta principal, protestaba Gerardo Fernández Noroña. “Hay que acostumbrarse, así será los próximos años”, aventuró quien gobernaría el país los siguientes seis años. En efecto, así fueron, así lo siguen siendo.

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