Diseñan en la UNAM plan para detección de fugas. Abatiría desabasto de agua

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Alberto Cuenca Reportero en Capital CDMX

Ciudad de México.-Cuando está por empezar la temporada de estiaje en la Ciudad, y el desabasto ha servido a los partidos como pretexto para sacar raja política, en la UNAM estudian la manera de reparar de forma efectiva las fugas en la red, donde se pierde entre un 30 y 40 por ciento del líquido.

A fin de resolver el problema de un recurso que comienza a ser insuficiente para 22 millones de personas, la pregunta no debería ser de dónde traer más, sino cómo detectar y reparar estas fugas; “tan sólo eso nos evitaría el costoso proceso de trasladar líquido desde lejos”, dijo Cecilia Lartigue, coordinadora del Programa de Manejo, Uso y Reúso del Agua en la UNAM, o PUMAGUA.

Para la maestra en Ciencias, aunque esa opción parece algo difícil y una tarea siempre en proceso debido a que vivimos en una urbe que, al hundirse, genera irregularidades en el suelo y rompe tuberías subterráneas, llevarla a cabo sería mucho menos costoso a mediano plazo que la opción de abastecernos de otras cuencas.

En una entrevista con el portal UNAM Global, la académica expuso que a  fin de mostrar que esta remediación es posible, el PUMAGUA tiene un sistema basado en geófonos, correladores y medidores que, a partir del cálculo del consumo hídrico en distintas entidades universitarias detecta si hay pérdidas y, mediante diferentes técnicas, “escucha” dónde se dan los derramamientos para así repararlos.

“De esta forma tenemos información puntual sobre cuanta agua entra en los edificios. ¿Cuál es el truco? Si vemos un consumo entre 11 de la noche y seis de la mañana, es una fuga. En nuestras gráficas los consumos se ven como picos y las filtraciones como una constante; por ende, esto es señal de alarma. La clave es monitorear siempre”, explicó Lartigue.

Según Lartigue Baca, esta estrategia es tan efectiva que habían pasado pocos días desde su puesta en marcha cuando el PUMAGUA localizó un desperdicio severo en la Facultad de Economía de CU de 10 litros por segundo, la cual databa de años y que la gente escuchaba bajo sus pies, pero tomaba por ruido de drenaje.

Agregó que para actuar de forma oportuna, se ha instrumentado un semáforo donde si las lecturas marcan rojo se trata de un derramamiento grave que debe ser atendido sin demora, si el tono es amarillo todo apunta a uno medianamente importante a considerarse y el verde se destina a filtraciones insignificantes y muy caras de buscar. 

Para Cecilia Lartigue, es indudable que el acceso al líquido se ha convertido en un factor de desigualdad social, como demostró un estudio del PUMAGUA al registrar que mientras hay áreas de la delegación Venustiano Carranza con un consumo diario de 40 litros por habitante, en zonas de la delegación Miguel Hidalgo y de Coyoacán hay quienes usan, individualmente, hasta 400 litros al día.

“Estas disparidades marcan brechas que comienzan a acortarse por la seriedad del asunto, pues si bien las zonas marginadas reciben el líquido por tandeo, lo mismo ha comenzado a aplicarse en ciertas áreas de la delegación Benito Juárez. Las repercusiones comienzan a afectar a todos, aunque las poblaciones de escasos recursos siguen recibiendo menos agua y, casi siempre, de peor calidad”,dijo.

Por esta razón, expuso que si queremos hallar una solución es indispensable que la gente reduzca sus consumos y modifique sus hábitos, así como promover aditamentos y muebles ahorradores, y usar vegetación local en los jardines pues se trata de flora que necesita menos riego. Cualquier cosa que ayude a aminorar la demanda ayuda, argumentó.

Sobre si hay esperanzas de solucionar este problema, Lartigue señaló que sí, pero ello implica adoptar visiones de largo plazo y, sobre todo, que el tema deje de politizarse. 

“¿Cómo mejorar el servicio del agua? O hay más inversión de la Federación o se aumentan las tarifas, y tampoco hay que solapar más asentamientos en las zonas de recarga, aunque ello implique pérdida de votos, todas esas son acciones, por más severas que parezcan, a realizarse sin demora.

“Como se puede ver, la solución no depende de una sola cosa, es algo integral: son los tubos, el uso de suelo y la actuación de los usuarios. La solución nos toca a todos y no lo digo empleando las fórmulas demagógicas de siempre: aquí hay responsabilidades muy claras de qué toca a cada uno y esto es algo insoslayable”, concluyó la académica.

 

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