Derrocar la democracia

Ciudad de México.- Desde la creación del Instituto Federal Electoral, ahora Instituto Nacional Electotal (INE), México no había padecido un intento para derrocar a las instituciones democráticas como el que instrumenta el presidente Andrés Manuel López Obrador. 

No hay democracia si las decisiones no favorecen a su partido y a su proyecto político-electoral. Si el INE le niega el registro a México Libre, ríe a carcajadas; si le cancela la candidatura a un presunto violador, “es un atentado contra la democracia”.

Morena prepara, para complacer al Presidente, un juicio político contra los consejeros, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama. Aún sin causales, la mayoría automática en el Congreso los someterá a escrutinio.

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En su discurso en el Tribunal Electoral, en agosto de 2018, ya investido como Presidente electo, aseguró que no se erigiría en “el poder de los poderes”. Solo retórica. 

Tiene bajo control a las Cámaras de Diputados y Senadores con una mayoría que acata sin protestar sus decisiones. Ahora ordenó a sus senadores ampliar dos años más la presidencia de Arturo Zaldívar en la SCJN, atropellando la Constitución.

Metió en un problema constitucional al Poder Judicial que tendrá que elegir entre aceptar el deseo presidencial o tomar distancia del presidente.

Zaldívar es un constitucionalista reconocido, pero en los últimos dos años ha atendido puntualmente las solicitudes de Palacio Nacional.

Es probable que en la Cámara de Diputados enmienden la intentona de López Obrador y sus bancadas en el Senado. El diputado de Morena, Pablo Gómez, dijo que esa propuesta “no podría transitar”.

López Obrador quiere derrocar a la democracia. Lo hace todos los días desde las conferencias matutinas y desde el Congreso, donde tiene lealtad absoluta de Morena y aliados. 

El país atraviesa por una grave crisis política alentada desde Palacio Nacional. Aunque se diga sorprendido, fue el presidente quien instrumentó ese golpe a la independencia del Poder Judicial.

El ejercicio para mantener a Zaldívar dos años más en la presidencia de la Corte tiene el tufo de ser un experimento para aprobar un transitorio que permita mantener a López Obrador en la presidencia.

El Presidente ha puesto en jaque al INE y al Poder Judicial.

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