De la oposición pasiva a la oposición activa

Ciudad de México.- La coalición electoral opositora Por México al Frente representa una iniciativa de gran calado para construir una nueva mayoría estable en el país; además reafirma la convicción de que el momento político actual está caracterizado no por definiciones ideológicas o doctrinarias, sino por el reconocimiento práctico de que la sociedad reclama un cambio de fondo y efectivo en las formas tradicionales de hacer política. Su constitución establece el realineamiento partidario definitivo con el que se llevará a cabo el proceso electoral federal 2018, que estará integrado por tres grandes polos: el oficialista, el populista y el socialdemocrático. Cada uno de ellos portador de diferentes modalidades de la política, respectivamente, la inmovilista, la monolítica y la consensual. Esta última, representada por la coalición PAN-PRD-MC que modifica radicalmente el escenario político nacional, introduciendo un nuevo factor en la contienda electoral con posibilidades reales de triunfo. Representa un proyecto que rompe el esquema polarizador de dos candidatos a la Presidencia de la República.

En su magistral obra: Poliarquía, Participación y Oposición, el politólogo Robert Dahl enumera las características que debe poseer un sistema democrático para garantizar a los ciudadanos igualdad de oportunidades para formular sus preferencias, manifestarlas públicamente ante sus partidarios y el gobierno de manera individual o colectiva, y recibir por parte del gobierno igualdad de trato sin discriminación por causa del contenido u origen de tales preferencias. Afirma que existen diferentes tipos de oposición, clasificadas como: semi oposiciones y pseudooposiciones, oposiciones legales e ilegales, así como oposiciones inermes y reales. Se refiere a las oposiciones desleales caracterizadas por un cuestionamiento permanente del régimen político para deslegitimar a las instituciones democráticas. También hace referencia a las oposiciones semileales que acompañan al régimen en sus inicios y al sentirse excluidas, manifiestan su disposición para negociaciones secretas con partidos desleales. Finalmente, identifica a las oposiciones leales que manifiestan su compromiso de acceder al poder solamente por medios electorales y que expresan su disposición para constituir gobiernos alternativos basados en un amplio consenso pluralista. La oposición democrática se caracteriza por su continua disposición para responder a las preferencias de los ciudadanos, sin establecer entre ellos diferencia política alguna.

Debemos reconocer que un sistema político sin oposiciones difícilmente es un sistema democrático. La oposición política se refiere a la acción de controvertir en el espacio público al gobierno y disputarle el consenso de los ciudadanos. El desempeño de la oposición tiene implicaciones y consecuencias directas sobre el régimen político, permitiéndole incrementar su democracia a través de la participación y el debate público acerca de las diferentes alternativas de gobierno. El grado de organización de la oposición incluso permite condicionar la dinámica de la instauración democrática, definiendo los actores y acuerdos, así como el espectro de fuerzas políticas emergentes. La presencia de una oposición organizada en la última fase del sistema tradicional, marca una enorme diferencia en la calidad de los procesos del cambio político. La resistencia, la disidencia y la desobediencia son posibles en la democracia, por lo que un sistema que facilite la oposición, la rivalidad y la competencia entre el gobierno y sus antagonistas, representa un componente esencial de cualquier proceso de trasformaciones políticas. Las oposiciones activas son el motor de la democracia.

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