Brasil: la sorpresa, aunque no tanto

Ciudad de México.- Brasil es la economía con la población más grande de América Latina. México es la segunda economía de la región. Ambos países están eligiendo nuevos Presidentes. Más bien, México ya eligió el suyo y Brasil concluirá su segunda vuelta a finales de octubre. La primera vuelta brasileña dejó muchas sorpresas. 

 

Mientras México se volcó de derecha hacia la izquierda, Brasil se mueve de la izquierda hacia la derecha.

 

El candidato Jair Bolsonaro, de derecha aunque algunos dicen de extrema derecha por su vindicación del régimen militar que gobernó ese país durante los años sesenta y su discurso racista en un país con una población negra importante, estaba ubicado en el 35% en la última encuesta antes de la elección, mientras el candidato del PT, Fernando Haddad, se definía con el 22%. Al final del recuento de votos, Bolsonaro recibió el 46,7% de los votos mientras Haddad obtuvo el 28,5%. Como siempre en América Latina, las encuestas no acertaron en describir la situación real del electorado.

 

Con esos resultados, Brasil irá a la segunda vuelta en 28 de octubre: o sea, en tres semanas, donde competirán Bolsonaro y Haddad como los primeros dos lugares en una competencia donde participaron 10 candidatos presidenciales.

 

Otro caso digno de mencionarse es el de la ex Presidenta Dilma Rousseff, candidata a ser senadora por el PT por el estado de Mina Gerais. Las encuestas la ubicaron en un cómodo primer lugar, delante de otros 5 candidatos. A la hora del recuento de votos, Dilma quedó en cuarto lugar, quedando eliminada de la competencia y mostrando la enorme debilidad del PT en zonas que anteriormente eran plazas seguras para su partido. Lo mismo sucedió con el PT en la lucha por la gubernatura de Minas Gerais, que ocupaba, y que también perdió. El PT, otrora partido gobernante de Brasil, y que ganó la Presidencia de la República 2 veces con Lula y una vez con Rousseff, quedó contundentemente derrotado, aunque retiene una fuerza parlamentaria importante.

 

La historia de Brasil ha sido que el candidato que gana la primera vuelta pero no logra rebasar el umbral del 50% de los votos, siempre ha ganado la segunda vuelta. En su discurso la noche después de conocer los resultados, Bolsonaro estableció su línea discursiva para la segunda vuelta. Atacó la corrupción del PT (que tiene a Lula en la cárcel) y la violencia criminal que azota al país. Se declaró de “centro-derecha” para alejarse de su etiqueta de “ultraderechista”. Haddad no habló ni de la corrupción ni de la violencia, temas tan asociados con su partido. En cambio, prometió sacar a millones de brasileños de la pobreza y la marginación, como su propuesta central para resolver los problemas del país.

 

Los discursos de cada candidato estaban orientados a atraer los votantes de los otros 8 candidatos presidenciales derrotados y que no tienen derecho a participar en la segunda vuelta. Durante las próximas tres semanas el ambiente político brasileño promete calentarse al punto de la ebullición. De alguna manera el resultado de la elección en Brasil parece cerrar el ciclo de los gobiernos progresistas y de izquierda en Sudamérica, mientras México empieza su experimento con el progresismo. Sorpresas que da la vida.      

                                                                      

 

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