Ciudad de México.- Las reformas a la Ley de Hidrocarburos pasarán en las Cámaras de Diputados y Senadores sin moverle una coma. Las bancadas del partido del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, Morena, PT y el PES, echaron ya a andar la maquinaria para aprobarla fast track.
En el pasado, cuando las mayorías del PRI en el Congreso utilizaban la misma vía, la izquierda tomaba las calles y las tribunas camarales. Rechazaban y reprobaban esas prácticas parlamentarias, mismas que ahora implementan sin sonrojarse.
Ahora ni siquiera habrá esa simulación llamado Parlamento Abierto. La mayoría de Morena se negó tajantemente y solo abrirán una mesa con expertos propuestos por las bancadas parlamentarias que podrán hablar únicamente 20 minutos.
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Los invitados a San Lázaro solo pueden aspirar a dejar constancia de sus posicionamientos en cuanto a las reformas que buscan expropiar los hidrocarburos y dejar que sea únicamente Pemex –una empresa prácticamente quebrada—la que tenga el monopolio.
Es lamentable regresar a prácticas legislativas superadas hace 25 años, cuando no se escuchaba a la oposición y se echaba a andar la entonces conocida como “aplanadora priista”.
López Obrador busca pasar a la historia. Lo hará como el personaje que regresó al Estado lo que los gobiernos “neoliberales” le quitaron: El monopolio estatal.
Pero en un mundo globalizado, en donde la competencia mejora las condiciones del mercado, es un salto al pasado que nos puede llevar como país a un hoyo profundo del que será muy difícil salir.
La iniciativa presidencial busca que su gobierno pueda suspender los permisos a empresas extranjeras para el manejo y comercialización de petrolíferos –gasolina, diésel, gas natural y LP–, bajo el argumento de que se trata de un asunto de seguridad nacional.
Pemex sería entonces la única empresa que manejaría esos recursos. Un salto al pasado, a los años 30, cuando las condiciones mundiales eran totalmente distintas que las actuales.
López Obrador y su gobierno utilizarán la “aplanadora morenista” para aprobar las reformas a la Ley de Hidrocarburos. Se consumará así el regreso de México a tiempos que pensábamos que nunca volverían.
Este gobierno huele a rancio.
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