Año 2000: la derrota del PRI, Fritos y Coca-colas

Ciudad de México.- Una Caca-cola y unos Fritos. Ir a la tienda que se encontraba en contra esquina de Río Hudson y Río Lerma. Eso fue lo que se me ocurrió al enterarme de la derrota del PRI en la elección presidencial del año 2000. Terminaban 70 años de partido dominante.

En la junta de redacción del diario La Crónica de Hoy, nos lo dijo Pablo Hiriart con claridad:

– Esto se vistió de azul, hay que hacer un buen perfil de Vicente Fox.

– Falta el voto verde –le dije al director, quien no estaba para discusiones ni bromas. ¿Voto verde? Menuda ocurrencia la mía en ese momento.

– ¿Acaso tienen mejor información que la Presidencia de la República? Me acaba de hablar Liébano Sáenz para informármelo.

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En efecto, el secretario del presidente Zedillo operó y trabajó en función de mantener la gobernabilidad, advertir a los actores políticos de lo que había ocurrido y evitar complicaciones, sobre todo con los sectores más duros del propio priismo.

En la tienda y con los refrescos comentamos lo ocurrido. Estábamos, si no me equivoco, Héctor Gutiérrez, Rigoberto Aranda y Arturo Ramos. Ninguno priista, pero todos igual de impactados.

Después de todo, habíamos crecido en la cultura del viejo partido que parecía todavía imbatible. Díaz antes de la contienda, el equipo de Francisco Labastida, el abanderado del PRI, insistirá en que lograrían un triunfo y con un margen de un siete por ciento.

Aquella tarde y su noche resultaron de vértigo. José Woldenberg, el presidente del IFE, anunció los resultados. Labastida aceptó su derrota. Estábamos entrando en el territorio de la alternancia.

Visto en retrospectiva, aquello funcionó porque los partidos aceptaron los resultados. Para el PRI resultó especialmente complejo y además caerían sobre ellos las multas por la trasferencia de dinero del Sindicato Petrolero a la campaña presidencial. Mil millones que los dejaron en la lona, por tiempo.

Años después entrevisté, para Milenio, a Francisco Labastida. El tema era una balance del gobierno de Fox, ya adentrándose a su etapa final. El ex gobernador de Sinaloa resultó lapidario y contundente en su crítica, ya sin los agobios del propio poder y sus disputas.

Lucía feliz y divertido. Le pregunté el motivo:

– Perdí la Presidencia de la República, no el sentido del humor.

Muchas cosas cambiaron con la llegada de Fox. Es más, no resultó una etapa promisoria para diarios como en el que trabajaba y había sido parte de su equipo fundador.

Aun así, nos dio gusto lo ocurrido, saber que nuestra democracia adquiría ese rango en el que todo es posible, porque nada está determinado de ante mano. Y sí, una Coca-cola y unos Fritos el día que perdió el PRI.

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