Alertan sobre daños en Laguna de Bacalar por turismo y agricultura

Ciudad de México.- Luisa Falcón Álvarez, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que las siete tonalidades de azul se empezaron a tornar verdes y cafés.

Un extenso cuerpo de agua en la Península de Yucatán, que alberga al arrecife de bacterias más grande del mundo, debido a actividades turísticas y desechos de la agricultura está perdiendo su esplendor, según un estudio de Falcón.

"(Bacalar) Es un tesoro del planeta que no hemos sabido cuidar; el turismo desordenado y la falta de tratamiento de aguas residuales están acabando con el arrecife bacteriano de agua dulce más grande del mundo”, advirtió.

Su arena blanca y sus siete tonalidades de azules, se comienzan a tornar verdes y cafés, señaló la universitaria.

La experta y su equipo han trabajado década y media en la zona, que en el último año incrementó con más de 140 mil turistas, gracias al sargazo en el Caribe mexicano, que ahuyentó a todos de ahí, mandando a gente a Bacalar u otros lugares, haciendo que salgan hoteles y servicios de la noche a la mañana.

 “El problema se agudiza porque esta laguna es parte de la cuenca hidrológica, que constituye un corredor transversal costero de flujo de aguas superficiales y subterráneas que conecta al Caribe con otros cuerpos de agua, y ahora se vierten grandes cantidades de nitrógeno y fósforo que favorecen el crecimiento del plancton, lo que ha derivado en el cambio de coloración”, explicó.

Los asentamientos humanos no planificados, el aumento de residuos y los basureros al aire libre son las principales razones, afirmó la experta en ambiente.

Además de ser el cuerpo de agua dulce más grande en Yucatán, Bacalar alberga el arrecife de bacterias de agua dulce más grande del mundo, por lo cual Falcón Álvarez y su equipo estudian los cambios de las bacterias llamadas microbialitos.

Desde hace 15 años, el equipaje trabaja en revisar la salud de las comunidades microbianas que están ahí desde hace más de nueve mil años.

"No trabajamos con calidad del agua, sino con ecología microbiana, y nos llamó la atención que en una Semana Santa hubo tal cantidad de visitas, que las lanchas se estacionaron sobre los microbialitos (que se forman por acción de las bacterias), rompiendo su parte viva”, recordó.

Al ser sitios muy frágiles, pudieron recuperarse gracias a el confinamiento por el COVID-19, pero no es suficiente tiempo, ya que estas requieren hasta tres décadas para lograrlo.

Actualmente el equipo trabaja con la Secretaría de Medio Ambiente federal para determinar que zonas deben estar en observación, otras con un acceso de paso muy estricto y las que se consideran pérdidas.

Finalmente, se dijo que si Bacalar se llega a fracturar estaríamos en contacto con millones de bacterias y de virus, en su mayoría inofensivos, pero alguno de ellos podría ser como -SARS-CoV-2, que se asocia como al tráfico ilegal de especies silvestres. "Debemos aprender que no estamos separados de la salud de las comunidades ni de los ecosistemas, y que la mejor vacuna es la conservación y el desarrollo sostenible”, añadió.

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